jueves, 29 de octubre de 2009

elecciones legislativas

Si, si. Puede resultar desagradable toda la disputa que sucede en la oposición en torno a la selección de los candidatos para las elecciones legislativas. Que la mesa unitaria es cualquier cosa menos unitaria. Que se debe recurrir a primarias. Que la selección de los candidatos no puede ser dejado en manos de un cogollo. Que no podemos regresar a las prácticas de la cuarta república, etc.

Entiendo que haya desencanto con todo esto. No es lo perfecto, pero el asunto es que lo perfecto no puede ser enemigo de lo bueno. No se puede olvidar que el conflicto no es entre democratas, sino entre el autoritarismo revolucionario y la democracia.

Qué hay de bueno en todo esto? Con suerte, un grupo de candidatos en torno a los cuales la oposición pueda reunirse. No niego que se corre el riesgo de llegar en un futuro a una situación de agotamiento de este trabajo de consenso, como sucede hoy en día con la Concertación en Chile, pero creo que ese es un problema cuya solución ya procuran algunos actores políticos.

Confío en que el movimiento popular que se reúne en torno a la figura de Leopoldo López - quien confieso me resulta más tolerable en esta época en que no puede aspirar a ningún cargo político - promete una alternativa saludable que renovará la política nacional en la próxima década.

Creo que se debe dar tiempo a los partidos y actores políticos para llegar a una solución. La democracia es compromiso, es consenso. Y para llegar allí, es necesario negociar. Esto puede tomar su tiempo, pero la necesidad hará que se llegué a una solución.

Quizás la solución no sea la más bonita de todas, pero sin lugar a dudas será mejor que la alternativa: un gobierno conflictivo que invierte más en armamento que en la educación o en la salud del pueblo; un gobierno que financia gobiernos extranjeros mientras nuestros gobiernos regionales regatean un incremento en su presupuesto. El chavismo es, en todo caso, la minoría más grande del país. No se puede permitir que esta minoría imponga su voluntad sobre todo el mundo.

martes, 4 de agosto de 2009

los medios

Parece que este gobierno se olvidó que el gobernar es procurar el bienestar de personas de carne y hueso, con aspiraciones y necesidades, pero también con talentos y capacidades.

No se trata de liberar a masas explotadas, a gente oprimida o a víctimas del colonialismo, de la globalización o del maldito imperio. Se trata de atender las demandas de personas que quieren un trabajo, una buena educación para sus hijos, un plato de comida sobre la mesa y un techo seguro sobre sus cabezas.

A esta gente que carajo le importa la fulana "democratización del espectro radioeléctrico"? A ellos lo que les importa es que a partir de ahora no van a poder escuchar los programas que ellos querían oir. A ellos les importa que en octubre próximo no van a poder ver escuchar el partido de beisbol porque a algún huevón se le ocurrió que eso no importaba y que el beisbol es imperialista y alienante y quien sabe que otra pendejada.

Los medios no son responsables de la inflación, de la crisis económica de las protestas de obreros

Los medios cumplen su función como siempre lo han hecho en Venezuela: demandar de nuestros gobernantes una labor transparente y que satisfaga nuestras necesidades. El único problema es la hipersensibilidad de este gobierno a la crítica y la superlativa incompetencia de sus integrantes para resolver nuestros problemas más urgentes.

Pero cada ladrón juzga por su condición. Como el gobierno ve a los medios como instrumentos de manipulación y propaganda, no puede sino pensar que todos hacen lo mismo. Típico pensamiento de los gobiernos totalitarios.

Sin prensa libre, no hay posibilidad de que la democracia funcione. Es necesario que los medios hablen, cuestionen y critiquen al gobierno y a los políticos, que desnuden al rey y ventilen lo que se oculta detrás de las cortinas de palacio. De allí viene el aire que impide que la podredumbre se estanque en los pasillos del poder.

lunes, 3 de agosto de 2009

desatinos y la libertad de expresión

"Creo que el nivel de libertad de expresión es satisfactorio" [1].

Otra frase del ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, que bien podría pasar a la posteridad, de no ser que existen en su desafortunada carrera docenas de torpezas de calibre semejante.

Pero esta frase - más allá de la indignación que pueda causar, debe ser entendida dentro del contexto. Desatinos pocas horas antes firmaba acuerdos económicos que beneficiaban a España y a sus empresarios. Y es que mientras no se toquen los intereses económicos de las empresas españolas, poco importa lo que suceda aquí. Esto no es ninguna sorpresa para nadie, pero igual ofende la inteligencia. Bien dicen por allí: los países no tienen amigos, sino intereses.

Y qué mejor replica al "por qué no te callas?" espetado por el rey Juan Carlos que silenciarlo con un bozal de petróleo a precios de descuento? Como si España fuera uno de esos países del Caribe urgidos de ayuda económica del gran benefactor, se dedica a vender el "certificado de país democrático" a muy buen precio. Dinero por acá, dinero por allá, y aquí no pasa nada.

* * * * * * * *

En Venezuela hay libertad de expresión a pesar de los esfuerzos del gobierno venezolano por aniquilarla. Y es que quienes siguen alzando su voz contra el régimen venezolano lo hacen sin ninguna garantía de que se respeten sus derechos, como lo demuestran los casos de Patricia Poleo, Jose Rafael Ramírez y Óscar Azocar, exiliada la primera y en cárcel los otros por falsas acusasiones y un sistema de justicia que mal merece su nombre. O el caso de Orel Sambrano, asesinado por un sicario por sus consecuentes denuncias en contra del narcotráfico. O las acusasiones contra Rafael Poleo (y el programa Aló ciudadano) por atreverse a pronosticar un futuro semejante al de Mussolini para el presidente si no cambiaba su línea de conducta.

Y no podemos dejar de mencionar por supuesto el caso RCTV, canal al cual el Tribunal Supremo de Justicia le arrebató sus equipos de transmisión violando los principios más elementales de propiedad privada, o las decenas de emisoras que han sido clausuradas y serán clausuradas en los días por venir.

Y todos saben perfectamente que la única y principal razón para clausurarlas es que sus denuncias y críticas al gobierno incomodan al régimen. Porque nada se hace contra las decenas, o tal vez cientos, de emisoras piratas que funcionan a lo ancho y largo del país, pero que llenan su programación con retransmisiones de discursos del comandante-presidente o propaganda pro-gobierno. Todos saben perfectamente que estas emisoras no cerrarían si tuvieran una programación que endulzara el oído del régimen.

Y es que no hay libertad de expresión porque el gobierno sea democrático, sino porque el gobierno no ha podido, a pesar de todas las truculencias legales a las que recurre, silenciar la creciente insatisfacción ciudadana causada por su pobre desempeño. La ley resorte, la no renovación de las concesiones a medios de acuerdo a lineamientos puramente políticos, la eliminación de publicidad de entes estatales en medios con líneas editoriales críticas y la clausura de emisoras bajo argumentos insostenibles son sólo parte de la campaña sistemática para evitar que los medios cumplan con su labor informativa.

El último clavo del ataúd de la libertad de expresión es la ley de delitos mediáticos, que convierte en crimen cualquier opinión o comentario que sea emitido a través de un medio de comunicación y que que el régimen pueda considerar desagradable. Porque si bien la propuesta no lo dice de forma clara y directa, la decisión de cuales opiniones o noticias atentan contra la "seguridad de la nación" y del "bienestar social" depende de la opinión personalísima del funcionario sobre quien trate la información o del gendarme de turno.

En pocas palabras: si el funcionario se siente ofendido, independientemente de si la información emitida es verdadera o falsa, puede alegar que la información atenta contra la seguridad del estado o la paz social y los jueces y fiscales leales al gobierno tomarán esto como base suficiente para emprender acciones legales contra la persona que dió la información y enviarla a la cárcel.

La libertad de expresión de todos no puede depender de criterios tan vagos y abstractos como "seguridad del estado" o la "paz social". Es mejor correr el riesgo de que se abuse de la libertad de expresión que correr el riesgo de aniquilarla totalmente.


[1] http://www.elpais.com/articulo/espana/Hay/buscar/solucion/Gibraltar/satisfactoria/todos/elpepiesp/20090802elpepinac_12/Tes

domingo, 12 de julio de 2009

Honduras y la democracia en latinoamérica

Ha transcurrido ya un mes desde la destitución del presidente Zelaya en Honduras. Todas las figuras políticas, instituciones e intelectuales no han perdido tiempo en fijar posición y criticar el golpe de estado y la expulsión del presidente Zelaya a Costa Rica.

Todos califican al golpe de estado como antidemocrático. Algunos lo hacen de forma altisonante, otros no tanto. Se dice que ha sido un atentado contra la democracia. Un hecho violento que no tiene justificación. Un retroceso a los peores tiempos en la historia del continente. En pocas palabras, todos tratan de cubrirse las espaldas.

Admito que toda la situación luce antidemocrática. Lo correcto habría sido proceder a la destitución del presidente y su posterior enjuiciamiento. Existe abundante evidencia en contra de Zelaya como para hacerlo. Así funcionan las cosas, en teoría, en un sistema democrático. El problema es que el presidente Zelaya es cualquier cosa menos un demócrata a carta cabal.

Qué hacer con un presidente que está dispuesto a todo - incluso el uso de la violencia y la intervención de un gobierno extranjero - para salirse con la suya? Si el presidente Zelaya estuvo dispuesto a recurrir a grupos violentos para ingresar a una base militar y recuperar material para un referendo ilegal, que no estaría dispuesto a hacer para no ser destituido? No se trata pues, de la destitución de un demócrata, sino de un aspirante a dictador.

La solución a la que recurrieron los otros poderes constituidos - el legislativo y el judicial - fue sacarlo del país y proceder a solucionar el problema una vez removido el factor de perturbación. Y es que todos coinciden en que los militares actuaron bajo órdenes del poder judicial. Qué no fue una solución elegante o limpia? Definitivamente no lo fue. Y Honduras pagará las consecuencias de no cuidar las formas: los meses por venir no serán sencillos. Pero los riesgos que implicaba la alternativa - destitución y un posible conflicto armado - no habría sido mucho mejor.

Entiendo la preocupación internacional por guardar las apariencias. Se debe tratar de conseguir una solución concertada que lave la cara a Honduras, pero no se puede ignorar el hecho de que el ex-presidente Zelaya no fue removido - como recientemente oí decir al presidente Oscar Arias - por que se trataba de una figura impopular o incómoda, sino por atentar contra los principios democráticos consagrados en la constitución de Honduras. Parece contradictorio insistir en restituir a Zelaya en la presidencia mientras el siga proclamando que hará todo lo posible por irrespetar las leyes de su país.

Sin lugar a dudas, el apoyo internacional al presidente Zelaya no puede ser incondicional, sino condicionado al respeto de las normar democráticas que el tanto insiste en ignorar.

* * * * * * *
La situación en Honduras, así como en Bolivia, Venezuela y Ecuador, debe servir para abrir un debate sobre el significado real y los peligros que afronta la democracia en latinoamérica en el siglo XXI, una época en que las dictaduras militares del siglo XX parecen haber quedado en el pasado, pero nuevas formas de gobiernos populistas parecen aprovechar las debilidades del sistema democrático para perpetuar en el poder a autocratas carismáticos.

viernes, 5 de junio de 2009

el chavismo es necesario?

Las causas que dieron origen al chavismo siguen presentes luego de diez años: pobreza, exclusión e incapacidad del gobierno para responder a las demandas de educación, salud y seguridad de la población.

El chavismo es un movimiento populista que nace como respuesta al incipiente elitismo que se originaba durante las décadas de los 80 y 90 producto de la distribución desequilibrada de los recursos de la renta petrolera. El chavismo no es otra cosa que una necesidad de la sociedad para responder a una percepción - real o imaginaria - de que el sistema político y social del país estaba en decadencia.

El problema no es la existencia del chavismo. El chavismo es un mecanismo que ha permitido a los grupos excluidos de los estratos sociales mas desfavorecidos expresarse y defender sus intereses. El problema es que esta vía de expresión no ha permitido - más allá de lo que diga la propaganda gubernamental - responder a las necesidades reales de este sector de la población.

En lugar de dedicarse a mejorar las condiciones de hospitales y escuelas públicas, de reducir la excesiva burocracia, luchar contra la corrupción o humanizar los cuerpos de seguridad del estado, ha desperdiciado los últimos 10 años en innecesarias confrontaciones políticas y en el establecimiento de un proyecto político internacional que no resuelve nuestros problemas.

Entiendo la tentación de hacer tábula rasa con la política nacional, el deseo de refundar un nuevo sistema político, un nuevo país, ignorando las lecciones que debemos aprender. Porque el chavismo es una realidad que no desaparecerá de la noche a la mañana, así como no se pueden borrar los cuarenta años de democracia previos.

Partiendo de esta realidad, es necesario que el chavismo se convierta en un movimiento político efectivo, no efectista. Un movimiento que responda a las necesidades reales de la población y no a necesidades creadas por sus líderes. Porque el chavismo que existe hoy en día no es de ninguna utilidad a nadie salvo a las nuevas élites que disfrutan de las mieles del poder. Es necesario que el chavismo que realmente representa las necesidades de la población dé un paso al frente y deje a un lado a los grupos con ambiciones hegemónicas que pretenden negar los derechos de la otra mitad del país.

Así mismo, es necesario que la oposición madure, que desarrolle una visión política propia, que sea más que una emulación del chavismo. Una visión de país que permita la elaboración de una propuesta que responda a las demandas de la población.

La política no puede limitarse a una competencia en la que unos se conforman con ser menos malos que la competencia. Debe ser una lucha por tratar de llevar las mejores ideas - y personas - a las posiciones de liderazgo de nuestro país.

lunes, 1 de junio de 2009

ante la incertidumbre

La sensación de incertidumbre es tan desagradable para el hombre, que prefiere tener por cierta una falsa creencia antes que no tener nada a que aferrarse...

Las doctrinas políticas nacen de esta necesidad natural de reconfortarnos en un mundo donde la incertidumbre es la regla. Lamentablemente, esto hace que la política termine siendo una letal mezcla de 50% grandes mentiras y 50% vanas esperanzas.

No sería maravilloso si todo fuera tan simple como lo anuncian nuestros dirigentes políticos? Al revisar cualquier discurso de los políticos, poco parece importar si tiene o no idea sobre como afrontar la situación. Lo importante es que pueda transmitir seguridad a la población. La gente prefiere al orador elocuente, al demagogo por excelencia, en especial en situaciones críticas en las que la gente empieza a ser víctima de la desesperación, antes que oir las voces ponderadas que admiten que la incertidumbre es algo con lo que todos, TODOS tenemos que lidiar.

Las ideologías - esos constructos teóricos que pretenden explicarlo todo - siempre terminan siendo callejones sin salida que no llevan a ninguna parte. El socialismo o el liberalismo económico no han terminado por rendir los frutos prometidos, porque son doctrinas cuyas raíces no encuentran sustento en la realidad. El socialismo se empeña en imponer las necesidades del grupo sobre el individuo, cosa que es antinatural al hombre. El liberalismo, por su parte, pretende ignorar las dificultades políticas que trae la desigualdad social y económica. Y entre esas dos ideologías, la más tentadora de todas, no termina de cumplir sus promesas: la democracia.

Y es que la fé ciega en el sistema democrático también conlleva sus peligros. Ya desde sus orígenes más primitivos, distintos pensadores advertían contra el riesgo de que la democracia derivara en una oclocracia o una oligocracia. No obstante, poco parece importar eso a las personas que la defienden hoy sin reflexionar en estas desviaciones del ideal democrático.

También se advierte desde hace mucho contra el riesgo que representaba que las personas con talento para la oratoria - los demagogos - lograran manipular a la masa e imponer su opinión sobre la de personas mejor preparadas pero menos elocuentes.

Y es que en esta era moderna, donde la imagen parece ser lo más importante, nadie daría su voto a un candidato que dijera que no tiene las respuestas para todo, que el mundo es un sitio lleno de incertidumbres y que el tratará de tomar las mejores decisiones pero que no puede garantizar que no se equivocará porque no es un ser perfecto.

Al final, todo sistema político se basa en que el líder nos transmita la sensación de que tiene todo bajo control y que sabe lo que hace. Y al hacer eso, nos tratamos de dar una falsa sensación de seguridad ante un futuro que no podemos predecir. Una sensación de falsa seguridad, pero que necesitamos instintivamente para seguir con nuestras vidas.

Mientras tanto, seguimos en una carrera hacia el fondo, pero con la falsa sensación de seguridad que nos da el haber encontrado al elegido que nos sacará de las tinieblas. Y mientras más cerca del fondo estemos, más nos hará falta un ungido.

viernes, 1 de mayo de 2009

Ideales y Poder – Primer Borrador

No recuerdo de quien leí esta cita:

“El político hace creer que sirve a los hombres cuando en realidad se sirve de ellos”

La dinámica del poder empieza por un cuerpo ideológico que puede ser más o menos vigoroso, sano, simétrico, atractivo, resistente, avejentado, etc; que se pone en movimiento empujado por la esencia y deseos de la persona política.

Todo proceso de maduración implica cierta renuncia. Lo que ha de hipotecar el individuo político para crecer y acceder a sus objetivos, la moneda de intercambio personal con la que cuenta, es su cuerpo ideológico. En el terreno partidista a esto lo conocemos como pactos. El recorrido de crecimiento de un político implica contravenir ideas en las que cree; pacta para acceder a una posición que le permita, tal vez al final, ser fiel a su cuerpo ideológico disponiendo de mayor poder a través del cual producir un “bien mayor”.

El agente político más efectivo es el que adolece de cuerpo ideológico y no tiene otro apego que sus objetivos. Él será capaz de pactarlo todo cada vez y contradecir posturas previas sin sufrimiento, porque ninguna ha sido honesta ni le ha descrito. Nada le describe realmente, cada uno de sus argumentos ha sido construido estratégicamente para acceder al poder. Hablamos de la esencia del pragmático. Quienes hemos experimentado alguna vez pasión por algunas ideas no podemos evitar sentir cierto rechazo por la constante impostura del pragmático, su vacío absoluto y su anestesiada hipocresía. Pero no creo que sea tan fácil despreciarle del todo. Si navegamos en un sistema cuyo fundamento es que los dirigentes satisfagan los deseos de las mayorías sin que importe nada más, (como por ejemplo la coherencia entre deseos diferentes o lo conveniente de sus consecuencias,) el pragmático lo conseguirá; y si no, contrataremos uno más eficiente a través de democráticas vías electorales. Lo que bien podríamos cuestionarnos es la naturaleza de un sistema cuyo fundamento más preponderante es la ciega satisfacción de los deseos de los ciudadanos.

Otro grueso grupo de políticos han de ser los adoloridos. Aquellos que han tenido que sacrificar órganos fundamentales de su cuerpo ideológico para acercarse al poder, y han tenido que ir pactando cosas cada vez más cercanas a sus principios, hasta que no sólo adoptan el pragmatismo más fundamental, sino que lo desarrollan con el venenoso dolor empozado del cínico. Estos son los adoloridos. Lo más duro de esta tipología es que para poder seguir a flote en el mundo del poder que tanto desean, no pueden ya sentir esa pena por la pérdida de los ideales en los que creían. A esas alturas “sentir” sería ablandarse y naufragar. Pero tampoco son capaces de sanar sus heridas, de manera que cobran al poder y al colectivo lo que las circunstancias les han exigido mutilar. Sus acciones se tornan descaradas, desalmadas y egoístas. Abandonan el bien común que en un principio habían abanderado acusando, puertas adentro, a la comunidad (a la sociedad o a la providencia) de haber machacado sus buenas intenciones y destruido su inocencia. En el fondo no se diferencian demasiado de los malos perdedores.

El poder es uno de esos complejos principios universales que no permiten competencia. Cuando hay sed de poder lo demás queda en segundo plano y la totalidad del individuo se orienta al objetivo. No se admiten disidencias internas, errores, cambios de opinión, emociones, disculpas, nada; todo lo que cuenta es el poder. Es, sin duda, uno de los símbolos más peligrosos de la humanidad. Es también uno de los más diabólicos; en el sentido de su posibilidad de presentar tentaciones que demandan sacrificios importantes. Si no existe conciencia del peso de lo sacrificado, el sufrimiento por las consecuencias puede resultar trágico, tanto para la persona política que se ha implicado en el juego como para el colectivo que le rodea.

Forma parte de la naturaleza del ser humano constituir una clase gubernamental cuya función sea afectar aspectos fundamentales de la convivencia y que se ubique por encima del resto de los ciudadanos. Los hechos nos dicen que, aunque es evidente a la razón que tal clase gubernamental es innecesaria, ha existido a lo largo de toda la historia y en todo remoto rincón de la tierra en el que haya habitado el ser humano.

Entonces alguien ha de ejercer el poder, alguien finalmente ha de dedicarse a ser un político. ¿Qué es lo único que necesita para serlo “correctamente”? Me arriesgo a responder que requeriría justamente aquello que los políticos por naturaleza no se pueden permitir: desapego. Un buen político es, ante todo y paradójicamente, alguien que desprecia un poco el poder; y no me refiero a que lo rechace públicamente para proyectar una imagen particular, sino que honestamente no ocupa una posición central en su dinámica personal. No se permite, sin embargo, resbaladizas ingenuidades: está consciente de que interactúa con un símbolo peligroso. Tiene ideales, cualesquiera, pero no está dispuesto ni a imponerlos como triunfantes y puntiagudas banderas, ni tampoco a pactar, o apresurarse porque el momento luzca “propicio” para actuar. Sufre cuando siente que las cosas no se dan como “deberían”, pero acepta que él ocupará una posición de importancia sí y sólo sí esto no implica una impostura personal. El camino del político habría de ser, entonces, algo así como el de los pacientes maestros budistas, a quienes se acercaban confundidos aprendices para exprimir enseñanzas de la vida. Todo auténtico maestro sabe que no lo es.

Esta tercera tipología sería el político alegre, que está dispuesto a ayudar en la medida en que esto no implique el sacrificio de su esencia privada, y que no se percibe a sí mismo como algo distinto de un ciudadano común.

He comentado sólo tres tipologías de un número desconocido de ellas. Más como una manera de acercarnos a la naturaleza de lo político que para desarrollar un esquema tipológico completo.

miércoles, 29 de abril de 2009

no me defiendas compadre

Las cosas que hay que ver. El siguiente extracto es tomado del editorial del diario Tal Cual:

"En este momento están sometidos a juicio 85 dirigentes sindicales y activistas, todos pertenecientes a organizaciones laborales del petróleo y de las empresas de Guayana, sobre todo de Sidor.

De hecho, hoy 29 de abril, dos días antes del 1º de Mayo, tres de esos dirigentes y once trabajadores más, de una contratista de Sidor, serán sentenciados en el juicio que se les abrió. ¿El “delito” que los llevó al paredón judicial? La violación del artículo 56 de la Ley Orgánica de Seguridad de la Nación, que castiga hasta con diez años de prisión a todo aquel que realice movilizaciones (en este caso, obreras) en las inmediaciones de sedes estatales o gubernamentales, de empresas básicas, de guarniciones militares y de servicios públicos”.


Una revolución socialista que persigue al movimiento obrero y criminaliza las huelgas tiene de socialista solamente el nombre. Y como para hacer más evidentes los rasgos totalitarios, el gobierno revolucionario remata su campaña liberadora "socialista" anunciando que se van a eliminar los contratos colectivos.

Con un adalid de los obreros de tal calaña como aliado, mejor quedarse solo.

Entre los argumentos del defensor de los pobres (parece que los obreros ahora son unos burgueses privilegiados) destaca aquel de que no le va a quitar dinero a programas como "Madres del Barrio" para saciar las ambiciones desmedidas de los sindicatos. Pareciera que se olvida del dinero que se gasta en generosos regalos a otros países, entre los que destacan casas a Bolivia, tractores a Nicaragua y petróleo a cuanta isla exista en el Mar Caribe.

Y es que cuando el estado es dueño de la empresa, a quien puede recurrir el trabajador para reclamar un trato injusto? A nadie, pues el árbitro es también parte interesada. El gobierno se paga y se da el vuelto.

Esa es la cara fea del socialismo sobre la que no hablan los ideologos y pensadores del socialismo del siglo XXI. Y es que cuando se trata con embaucadores y leguleyos de ese calibre, hay que tener mucho cuidado con la letra pequeña del contrato...

domingo, 26 de abril de 2009

El ciudadano y la acción política

Estamos preparados para la vida ciudadana? Los eventos de los últimos años parecen demostrarnos que no...

En educación ciudadana se nos instruye sobre la constitución y las leyes, pero no se trasmiten valores democráticos que vayan más allá del acto electoral. No se explica al futuro ciudadano cual debe ser su papel dentro del sistema, como puede contribuir como ciudadano a cambiar las cosas cuando no funcionen. Este es un tema discutido por Bernard Crick en Democracy, a very short introduction, en donde sugiere la transformación del programa de estudio con la finalidad de forma a un ciudadano más crítico y capaz de participar en la toma de decisiones dentro del sistema político.

Por qué la enseñanza de la constitución y las leyes no es suficiente? Porqué esto no garantiza que el ciudadano comprenda los medios de los que dispone para interactuar con los distintos niveles del estado. Esto deriva en la apatía e indiferencia ante la política y a una ciudadanía desinformada, incapaz de participar de forma efectiva en las elecciones o en cualquier nivel de gobierno. El adoctrinamiento ideológico que podrían pretender los fanáticos de una u otra tendencia política no debe jugar ningún papel en este proceso formativo, pues es contrario al objetivo que se persigue.

Cuando el ciudadano no entiende su papel (o potencial) dentro del sistema político, se limita a ocuparse de sus asuntos personales y se desentiende de la política y de su entorno, delegando de forma casi absoluta las responsabilidades del gobierno a una élite con la que tiene poca o ninguna conexión real. Y es que el ciudadano no debería limitarse a escoger a sus representantes, sino también a velar porque estas élites cumplan con su trabajo y, más importante aún, a proteger sus intereses personales y colectivos ante el estado.

* * * * * * *

Quizás temas como hacer de Caracas una ciudad más humana, la corrupción policial, la miseria de nuestras cárceles o las deficiencias de nuestro sistema educativo no sean temas tan vistosos como decidir si somos o no un país socialista, o si vamos a hacer polvo a los conspiradores y pitiyanquis, pero son los temas que nos deberían movilizar a nosotros los ciudadanos.

Los ciudadanos debemos rescatar esa política "pequeña", esa política que sirve como instrumento de resolución de conflictos y de mejora de nuestras condiciones de vida. Cuando la democracia y la política se alejan del ciudadano y sus necesidades, estas dejan de tener sentido, pues se terminan convirtiendo en instrumentos de los poderososy nada más.

jueves, 23 de abril de 2009

Cuando la letra no entra a pesar de la sangre.

Chávez ha sido el primer y más duro profesor de la oposición.

Cada error que ha cometido la oposición ha significado un re-fortalecimiento del proyecto revolucionario. El paro petrolero, el retiro de las candidaturas parlamentarias hace unos años, las innumerables divisiones internas. Casi cada movimiento ha resultado incorrecto y aprovechado por el gobierno para profundizar su poder.

Son fracasos cuya lectura reflexiva es el áspero aprendizaje del contacto con la realidad. Adicionalmente es una ayuda invaluable porque evita que la oposición caiga en atajos que, a la luz de la evidencia, resultan ineficientes o contraproducentes.

Chávez sólo se irá cuando maduremos una alternativa adecuada. Desgraciadamente hasta ahora no ha existido ni siquiera el proyecto de tal alternativa. No ha habido mucho más que desesperación, borradores reactivos al discurso semanal, vacuo y desconcertante del presidente, denuncias acaloradas y mal planteadas, en medio de ese odio apasionado, absoluto y extremo que empaña todo argumento.

A pesar de los errores, los despropósitos y el evidente empeoramiento en la vida del venezolano (que al fin y al cabo es lo que importa) el presidente ha ayudado a la oposición a madurar, a adoptar una postura más política y no solo a reaccionar lastimosa y malcriadamente. Aunque es cierto que es un camino que apenas empezamos y que desconocemos.

La oposición no tiene más que hacer conciencia de su ubicación para dejar de ser simple “oposición” y convertirse en un constructor de soluciones. Pero ¿cómo apagar el fuego y al tiempo atacar aquello que lo origina? Éste es el dilema ¿Cómo denunciar los cada vez más evidentes abusos de poder sin descuidar la elaboración de un proyecto alternativo de gobierno?

En especial ante la simple pero efectiva estrategia chavista: Cuando los sectores oficiales necesitan presionar a la oposición y desbaratar cualquier semilla política medianamente elaborada, sólo tienen que dejar emerger sus intenciones poco democráticas, es decir, dejar caer pasivamente su naturaleza agresiva y violenta. Cosa que genera el escándalo del opositor, la reacción desordenada y la desesperación por transmitir una denuncia que sentimos suficiente para salir del problema en un solo movimiento. Chávez ha de reírse desde arriba mientras nos desbocamos por convencer a la gente de lo evidente. Porque nos debilitamos como opción alternativa si nos limitamos al reproche. De este modo suceden dos cosas:

Uno: la colectividad se cansa de otra acusación que termina en nada. La denuncia en general va perdiendo fuerza comunicativa y el ciudadano reacciona cada vez menos ante la evidencia del abuso. Y dos: queda abonado el terreno para que el círculo se repita, es decir, para que el siguiente abuso resulte casi avalado por la exasperación infértil de la oposición. Entendamos que es un asunto de guiones repetidos; no hacemos más que jugar en el terreno chavista y ser un perfecto compañero de baile.

Resulta vital adoptar cierta perspectiva y ubicarse en dos localizaciones al mismo tiempo: la denuncia ponderada, objetiva, ordenada y constante; que no asume que el problema se resolverá a corto plazo, sino que deja claro que siempre existirá vigilancia y crítica opositora. Y la construcción de una propuesta creativa y democrática en Venezuela. Un proyecto que no se fundamente sencillamente en odio contenido y desesperación por años de abusos; sino en ideas políticas y sociales que ayuden al venezolano a vivir mejor.

Ha de ser una prioridad opositora la coordinada y delicada elaboración de esta alternativa, en lugar de permitirse caer en la trampa del alarmismo ante las ilegales políticas oficiales. Parte de la labor de denuncia puede ser relegada incluso al mismo chavismo, que, dada la coyuntura económica, más pronto que tarde empezará a ejecutar canibalismo interno.

La respuesta ante los abusos ha de ser cada vez más una propuesta gubernamental distinta y cada vez menos un movimiento expresivo de crispación. Mientras antes retome la oposición los métodos y el discurso democrático y republicano antes lo hará el país en general. Con lo cual será mucho más sencillo hacer contrapeso a la absolutista dinámica autocracia-obediencia en la que estamos participando todos sin saberlo.

jueves, 16 de abril de 2009

La Adolescencia Política

No es la primera vez que se escribe: La oposición ha sido el gran aliado de Chávez, el benefactor secreto aunque involuntario.

Como crítico del chavismo siempre duele vislumbrar y exponer los beneficios del adversario, pero cada vez me ofende menos aceptar que Chávez es tan necesario como inevitable. No me refiero, desde luego, a las políticas que ha emprendido ni a sus resultados que son claramente contrarios al más elemental bienestar en la convivencia, sino al conflicto que pone sobre la mesa. Chávez es producto de lo que pareciera ser una crisis de hartazgo en la sociedad venezolana hace más de diez años, que después de un gran período de letargo empezó a reprocharse a sí misma mayor seriedad y madurez política, independientemente de que lo haya logrado o no.

No es mi intención despreciar el denso recorrido histórico que la colectividad venezolana ha transitado desde hace más de doscientos años, en la batalla por construir un sistema de gobierno. Pero sí es evidente que los tan machacados por Chávez y ciertamente reprobables años de “democracia” que vivió Venezuela prechavista no podían concluir en algo demasiado distinto de lo que ahora sufrimos. Era sólo cuestión de tiempo que una tragedia siguiese a tanta inconsciencia, falsa ingenuidad y cómoda infantilidad.

Han de ser pocos los desesperados que deseen volver a aquellos tiempos de cinismo y corrupción. No porque ahora estemos mejor, en lo más mínimo, sino porque era inadmisible seguir por esa vía. En aquel momento Chávez no robó nada a los venezolanos, al contrario, nos brindó la esperanza de que algo diferente era posible, aunque luego nos decepcionara. Como dijo Laureano Márquez hace años en una entrevista de televisión “¿Es que nosotros pensábamos seguir con ese jueguito de AD y COPEI toda la vida?” De cualquier manera el retorno al paraíso perdido es imposible. En mi opinión es una bendición que sea imposible, en primer lugar porque no era ni remotamente paradisíaco, y en segundo porque la imposibilidad de regresar nos obliga a trabajar por un futuro inédito.

Tristemente este cambio de posición, movimiento o desarrollo no hubiese sido posible sin Chávez, o tal vez sí, pero en medio del furor adolescente por el cambio se comenten errores, como en el que ahora nos encontramos sumergidos. Cuando un púber se reclama a sí mismo mayor madurez, sin tenerla, no puede generar más que un desastre de las proporciones que actualmente vivimos. Pero aún así este movimiento de autocrítica e inquietud ante el propio letargo e indolencia es mucho más fértil que si continuáramos embriagados del opio de la esperanza injustificada, de la rosada idea de que todo cambiará en algún momento y por alguna razón.

En otras oportunidades he asegurado que no necesitamos un caudillo. No es lo mismo que no requerir liderazgo. En realidad nos hace falta organización e iniciativa; una dirigencia que colabore en canalizar las intensas fuerzas opositoras es fundamental. Es muy probable que no caigamos en un liderazgo egocéntrico y autocrático, sino en la elección de una o varias personalidades que mantengan una postura dialogante y parlamentaria con todos los sectores. Esperemos que hayamos aprendido que un caudillo no sólo no resuelve nuestros problemas de un plumazo, sino que nos proporciona nuevos y más complejos escollos.

miércoles, 15 de abril de 2009

Sinonimia

Ley no es sinónimo de Justicia, ni Elecciones es sinónimo de Democracia.

Una democracia en la que no existe el respeto al que disiente, en la que la libertad de expresión es atacada constantemente y la independencia de los poderes públicos es cuestionable, no se puede hablar de democracia. En tales circunstancias, las elecciones se convierten en un ritual vacío y carente de significado.

Qué se pensaría de una persona religiosa que visita la iglesia todos los domingos, pero que el resto de la semana irrespeta los mandatos de su fé? Se le llamaría hipócrita.

Que pensar entonces de una persona que se autoproclama demócrata, pero que sólo se limita a actuar como tal durante las elecciones? Si se le llama hipócrita no se cometería un error.

Estamos viendo como la democracia sufre una muerte larga, lenta y dolorosa, y no reaccionamos ante esto. Nuestro deber como ciudadanos no puede terminar al concluir el acto electoral.

Entiendo que los partidos políticos deben tomar la iniciativa, dar una respuesta. Pero si ellos no dan el primer paso, entonces serán los ciudadanos quienes tendrán que darlo.

jueves, 9 de abril de 2009

estado, éxodo y redención

Quien haya vivido en Venezuela sabe la sensación de impotencia que puede embargar a cualquier persona al momento de acometer hasta la más simple tarea que requiera el trato con el estado.

La cosa es peor aún cuando se busca la protección del estado ante la violencia o el atropello de los derechos humanos y ciudadanos. Linchamientos, ajusticiamientos o el sicariato son síntomas de un estado que es incapaz de responder hasta a las necesidades más elementales del ciudadano.

Frustración. Enojo. O en nuestra jerga: Arrechera.

No es nuevo. Esa sensación de abandono del ciudadano, de distanciamiento entre el estado y el venezolano ha ido creciendo desde la instalación de nuestro sistema democrático vigente. Su manifestación más evidente se produce en el año 1989, cuando una serie de medidas necesarias, pero dolorosas fueron tomadas sin que el estado pudiera comprender lo que venía sucediendo en las calles.

El Chávez que se revela en 1992 contra el gobierno venezolano no tarda demasiado en ser proclamado como el redentor que nos liberaría del estado opresor e indiferente que nos había abandonado. Apenas 7 años después se convertiría en Presidente.

Chávez trata de cerrar esa brecha entre estado y ciudadanos mediante la creación de las misiones o programas sociales. Pero esto se logra a un precio elevado, pues al prescindir de la burocracia y sus controles, se abren las puertas al omnipresente monstruo de la corrupción.

A pesar de las evidencias de corrupción, este redentor es uno que cree que por atajos se llegará a la tierra prometida. Nuestra meta debería ser un estado cercano y que responda a los ciudadanos. Lamentablemente, en la labor de estado los atajos terminan llevando a los países al fondo del precipicio, lugar del que luego es difícil salir.

Es necesaria la transformación del estado. Pero ese nuevo estado debe nacer del consenso de todos los ciudadanos. Cuando la transformación sólo atiende a los intereses de una mayoría electoral (los 6 millones de votos obtenidos por Chávez es sólo una quinta parte de la población del país), entonces sólo se puede hablar de una tiranía de la mayoría.

El concepto bíblico del redentor es una idea que deberíamos desterrar de forma definitiva de nuestro bestiario político. En vez de esperar por él, podríamos reflexionar y reflejarnos en la historia del Éxodo: al pueblo de Israel le tomó 40 años atravesar el desierto y llegar a la tierra prometida. Nosotros llevamos 50 años atravesando el desierto en búsqueda de nuestra tierra prometida. Más aún, no estamos seguro de que llegaremos pronto. Ante tanta incertidumbre, es natural que se pierda la fé y se venere al falso idolo, al caudillo de oro. Pero luego de la bacanal despertaremos y reconoceremos nuestros errores. Al final, recobraremos la sensatez.

La tierra prometida quizás no exista, pero esto no debe ser motivo para no seguirla buscando. Debemos trabajar unidos para llegar a ella, para construirla. Como venezolanos, no tenemos otra alternativa. Es el único hogar que tenemos.

miércoles, 8 de abril de 2009

Burocracia

Hace mucho tiempo, planteé a un amigo un juego: asumiendo que estaba en una situación de vida o muerte, el debía escoger de un grupo de tres médicos a uno para que le salvara la vida. Cada médico tendría una sola virtud (recuerden que es todo hipotético): uno sería competente, otro sería dedicado y el tercero sería honesto. A quién escoger? A todos nos gusta, al menos en teoría, que nos digan la verdad. También suena como una virtud recomendable la dedicación. Sin embargo, si se trata de un asunto de vida o muerte (y sin duda queremos vivir) quizás preferiríamos arriesgarnos con el competente.

Ahora imaginemos que no se trata de una situación médica, sino de una situación política, económica y social crítica, en la que la vida de muchas personas está en juego. A quien escoger? A una persona competente? A una persona honesta? O a una dedicada?

Afortunadamente, en los sistemas democráticos modernos no es necesario escoger entre el menor de dos (o tres) males. El estado está estructurado por dos partes que se complementan: un sistema político (con sus tres ramas) y una burocracia. La burocracia se encarga (o debería encargarse) del desenvolvimiento eficaz de las labores del estado. El sistema político, por su parte, sirve como mecanismo de control de la ciudadanía sobre la burocracia, dictando las tareas y pautas a realizar.

El objetivo de la burocracia es ser competente. El objetivo del aparato político es la dedicación total a su tarea, además del compromiso de ser honesto con los ciudadanos a quienes representa. Sin una burocracia competente, o sin políticos honestos y dedicados, no hay posibilidad de que el estado ofrezca respuestas a los ciudadanos.

* * * * * * * *

En 1998 se eligió a un hombre que parecía honesto, Hugo Chávez, para ejercer el cargo de Presidente. Hoy en día muchos dirán que no sólo es honesto, sino que también es un hombre dedicado, como lo demuestra su preocupación por los pobres y la ejecución de diversos programas sociales.

Pero, de qué sirve esa honestidad y dedicación de parte del sistema político cuando la burocracia es un lastre incapaz de ofrecer respuestas? En los últimos diez años se ha duplicado el número de ministerios, al igual que se ha duplicado la nómina de empleados públicos que integran las dependencias del estado, sin que esta duplicación de esfuerzos represente una mejora en la calidad del servicio que se ofrece al ciudadano.

Quizás es pertinente señalar a la politización de la burocracia en años recientes como el problema más grave que la afecta. Si bien es cierto que la politización no es un fenómeno nuevo en nuestra burocracia, jamás había llegado a niveles tan extremos. El despido de 20 mil profesionales y técnicos de la industria petrolera estatal (PDVSA) no sólo es muestra de esta politización, sino que además comete el grave error de desprofesionalizar a la burocracia estatal hasta el punto en su nivel de competencia llega a la mínima expresión. Mientras la estatal petrolera afirma que produce cerca de 3,5 millones de barriles diarios, todos los entes internacionales (AIE, OPEP, etc) afirman que su producción es de 2,5 millones, sin que además se conozca o se haya ejecutado ningún plan para incrementar o mantener la capacidad productiva.

Esta desprofesionalización/politización también es evidente al observar la gran diferencia de talento, experiencia y credenciales que existen entre los asesores económicos del gobierno y los distintos economistas que aparecen con frecuencia en diversos programas de opinión. Y cuando el único argumento del gobierno para refutar las críticas que llueven sobre sus políticas económicas es proclamar a Venezuela como "economía socialista", la diferencia es aún más evidente.

* * * * * * * *

A pesar de estos alegatos, no es necesario demoler la burocracia estatal para conseguir resultados. Sólo es necesario establecer como prioridad la competencia de los diversos organismos del estado en la búsqueda de una solución. En muchos casos comenzar desde cero resulta contraproducente. Por ejemplo, en el 2002 una cita para el trámite del pasaporte se obtenía de forma inmediata en la sede de la Onidex. En el 2005, luego de un cambio de las autoridades, era necesario pernoctar durante una o dos noches frente a una sede de la Onidex para poder conseguirla. Hoy en día, la solicitud se realiza vía internet, pero se deben esperar entre 4 y 8 meses para obtener una cita. Esto es producto de la mentalidad "año cero" que impera cada vez que se nombra a un nuevo director de ese organismo.

Antes ya se han planteado propuestas para la reforma del estado. Porque si bien es cierto que una transformación política del país es necesaria, también lo es una transformación de la otra parte integral del estado, la burocracia. Tres aspectos son fundamentales para esta transformación:

- Incrementar su capacidad de respuesta al ciudadano: es necesario revisar que prácticas funcionan y cuales no. El objetivo debe ser incrementar su competencia y su capacidad para responder a las demandas del ciudadano.

- Formación de personal de nivel intermedio: Aunque la nación cuenta con talento de primera línea para cargos de alto nivel, el volumen de talento o personal capacitado para ejercer las labores de nivel intermedio pareciera ser insuficiente. Esto no es novedoso, sino un problema que se arrastra desde hace décadas. Es necesario revisar las propuestas para la formación y captación de personal de la burocracia estatal. Sin talento de primera y formación de primera, sólo podemos aspirar a la mediocridad.

- Independencia política de la burocracia: Si el cargo de un burocrata depende de convertirse en un yes-man, como pasa hoy en día, no habrá quien baje al político de las nubes (generalmente un demagogo) cuando este trate de cumplir con imposibles.

miércoles, 1 de abril de 2009

Fracaso político?

Estamos destinados a convivir con nuestros semejantes. Somos seres formados para la vida en sociedad. Existen excepciones, pero es un hecho que venimos al mundo como parte de un grupo, una comunidad. Nos hacemos personas en la medida en que aprendemos a convivir en sociedad.

Lamentablemente, sea por nuestra naturaleza o por nuestra formación, surgirá el conflicto. Las alternativas para resolver esos conflictos van desde una solución que satisfazca a ambas partes - el consenso - hasta el uso de la violencia por parte del más fuerte para imponerse sobre el débil.

A medida que se incrementa el número de personas que deben convivir y la sociedad se complejiza y da paso a la nación-estado, el espacio por excelencia para la resolución de los conflictos es la arena política. Ciertamente hay conflictos (laborales, personales, financieros) que tienen otros escenarios para su resolución, pero las cuestiones que atañen a toda la sociedad como conjunto pertenecen a la esfera de la política. La finalidad de la política, más allá de alcanzar el poder, debería ser la búsqueda de soluciones pacíficas a los conflictos de la sociedad.

La violencia pasa a un segundo plano, toda vez que su uso es monopolio exclusivo del estado, que debe actuar como un mecanismo que garantice la existencia y seguridad de todos. Como la violencia no es - o no debería - ser una alternativa, el consenso debería ser el único mecanismo para la resolución de conflictos.

Pero que sucede cuando una de las partes en conflicto dispone del poder del estado y lo emplea para imposibilitar el debate político? Que el consenso deja de ser una alternativa en la resolución del conflicto y sólo queda como salida la violencia. Dado el monopolio de la violencia ejercido por el estado, este deja de ser un instrumento neutro y pasa a ser un sistema de opresión.

Y poco importa que este estado tenga sus orígenes en un sistema democrático. Acaso es mejor una tiranía de la mayoría que una tiranía tradicional? No hay en realidad ninguna diferencia, salvo la falsa creencia de que la opinión de la multitud es infalible.

Es necesario reconocer que la democracia y la política en Venezuela han fallado, pues no cumplen su función como instrumento para la resolución de los conflictos en que está sumido el país.

Ante un estado que no garantiza a la mitad de los ciudadanos , es necesario plantear su revisión y reconstrucción, con el propósito de que pueda asumir su función como garante de las libertades individuales y promotor del debate como mecanismo de resolución de conflictos.

martes, 31 de marzo de 2009

Desierto de ideas?

En Venezuela las ideas parecen brillar por su ausencia...

Del lado del oficialismo, se habla de socialismo del siglo XXI, pero el debate para definir el contenido de esa propuesta es reemplazado por los destellos mediáticos del líder único e irremplazable del chavismo. Basta cualquier ocurrencia lanzada sin reflexión por Hugo Chávez para que sus subordinados empiecen a trabajar laboriosamente en justificar la idea e integrarla al arsenal ideológico del socialismo del siglo XXI. Cualquier idea que no venga del vértice de la pirámide jerárquica no tiene ningún valor hasta que el líder máximo le de su bendición.

Del lado de la oposición, sólo se oyen los mismos clichés políticos (la importancia de la buena gerencia o de la democracia) o copias malogradas del discurso social del chavismo (alabar las misiones o proponer mantener prácticas populistas). Dada la diversidad de los actores que integran la oposición, que se distribuyen por casi todo el espectro político, se esperaría un acalorado debate que no sólo se limitará a tratar sobre los aciertos o desaciertos de Chávez, pero este no parece terminar de ocurrir.

Se escuchan tímidas referencias a congresos ideológicos de los partidos, pero no se escucha ni un murmullo que provenga de estos. Pareciera que no hay interés en debatir la cuestión fundamental: Cómo hacer que las instituciones democráticas en Venezuela respondan eficazmente a las necesidades de los ciudadanos. Esta discusión incluye un debate sobre el fracaso de la IV República en atender las demandas de la población y la incapacidad del sistema actual en responder a esas mismas demandas de forma eficaz.

Los consejos comunales son una buena idea, pero es una idea que ha sido implementada pobremente. Estos consejos estan integrados por personas con buenas intenciones, pero que no cuentan con apoyo técnico ni profesional de parte del gobierno para cumplir sus tareas. La falta de coordinación entre estos distintos consejos y el gobierno dificulta la resolución de problemas que requieren una visión más amplia que la que permite un consejo comunal, como puede ser por ejemplo la vialidad o el suministro de agua y otros servicios a sectores que los requieren.

Más allá de las deficiencias en la implementación de estos consejos, se teme que estos podrían convertirse en una coartada del gobierno central para eliminar al único contrapeso poderoso que tienen los ciudadanos para defender su intereses locales del gobierno central, como lo son los niveles medios de gobierno: alcaldías, gobernaciones y cuerpos legislativos locales.

* * * * * *

La democracia venezolana jamás ha sido perfecta. Quizás nunca lo sea. Pero no tenemos otra alternativa que seguir trabajando en su perfeccionamiento.

En estos momentos, la incapacidad de nuestras instituciones democráticas para responder a las necesidades ciudadanas pareciera pasar a un segundo plano cuando nuestra democracia ha degenerado en un sistema que en el mejor de los casos se puede describir como tiranía de las mayorías.

No obstante, es necesario que al mismo tiempo que se discuten los riesgos que afronta nuestra democracia bajo un líder autocrático, se lleve a cabo una discusión de los problemas estructurales de nuestro sistema democrático que nos han llevado a esta situación.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Chávez enmienda la plana al pueblo

Con Chávez manda el pueblo, pero no
hay que olvidar que
Chávez es el pueblo

Pensaba hacer una presentación sobre las razones por las que un gobierno descentralizado favorece a la democracia. Sin embargo, considero que es necesario atender el punto en cuestión en este momento, que es el atentado a la constitución propuesto por la reforma a la ley de descentralización.

El artículo 164 de la constitución señala:

"Es de la competencia exclusiva de los estados:
[...]
10. La conservación, administración y aprovechamiento de carreteras y autopistas nacionales, así como de puertos y aeropuertos de uso comercial, en coordinación con el Ejecutivo Nacional" [1].

El gobierno arroja una serie de argumentos, que aquí revisaré, pero al final todo es sobre dinero:
"En el estado Zulia, para el 2009, se estimaba recaudar 30 mil millones de Bs. F, por concepto de tasa aeroportuaria, unidades de aviones que aterrizan y concesionarios del Aeropuerto Internacional de La Chinita. El Instituto Autónomo del Puerto de Maracaibo, recaudó el año pasado Bs. 20,4 millones por impuestos de muelle, cantidad que se estima mayor para el 2009" [2].

Cuáles son los argumentos esgrimidos por el gobierno para hacerse con el control de puertos?

1.La descentralización de las regiones es una conspiración para dividir al país
Las leyes de descentralización estaban vigentes desde 1989, incluso fueron revisadas en 1999, pero ahora es que se dan cuenta que son parte de una conspiración imperialista. Si pretenden usar la situación de Bolivia como advertencia, es conveniente recordar que a diferencia de Bolivia, Venezuela es un país sin antecedentes de separatismo. Que cuatro zulianos hablen pistoladas al respecto, no quiere decir que sea el sentir del pueblo zuliano, como tratan de hacer ver algunos chavistas.

2. Los puertos, puentes y aeropuertos son puntos estrátegicos en el plan de defensa nacional
Las declaraciones de cierto diputado indicando que hace falta controlar el puente sobre el lago (Rafael Urdaneta) para poder asegurar las batería antiaereas me hacen sentir vergüenza por su ignorancia en materia geopolítica. EEUU está demasiado comprometido militarmente en Irak y Afghanistan para siquiera considerar un ataque militar a Venezuela. De hecho, si los proyectos energéticos EEUU-Brasil prosperan, Venezuela pasará a un segundo o tercer plano como proveedor energético de EEUU. Esta ridícula paranoia me recuerda a los anuncios ante la INMINENTE invasión norteamericana del diputado Isea de hace ya 3 años. No puedo evitar preguntarme si será que nos ven cara de pendejo.

2. Los puertos eran nidos de contrabandistas y el narcotráfico
Lo curioso es que uno de los puertos con la peor reputación por ser un importante puente del narcotráfico es Puerto Cabello, el cual estaba hasta hace 3 meses bajo el control de un gobernador del chavismo. Este nunca ha sido investigado o imputado por ninguno de estos crímenes. Más curioso aún es el hecho de que las labores de seguridad y lucha contra el contrabando de todos los puertos y aeropuertos están bajo el control del SENIAT y de la Guardia Nacional, instituciones dependientes del gobierno central. Curioso que se acuse a los gobiernos regionales por la negligencia del gobierno nacional.

3. Las autoridades regionales han retado al poder nacional
La hegemonía parece ser la obsesión fundamental del gobierno. Ideas que persiguen solucionar los problemas de los ciudadanos (regulación de vehículos en zonas de alto tráfico y creación de canales de contraflujo, etc) han sido torpedeadas por un gobierno nacional que no ofrece alternativas de solución. No se trata de solucionar problemas, se trata del control del poder. Para qué? No lo sé. Las autoridades regionales deben contar con la libertad para responder a las necesidades de los ciudadanos que los eligieron, sin que ninguna autoridad nacional entorpezca esta en nombre de una soberanía que no está en cuestión.

4. Se trata de corresponsabilidad entre los gobiernos regionales y el gobierno nacional
Bueno, creo que ya indique en el punto 2 y 3 la incapacidad del gobierno nacional para atender sus responsabilidades. Sin embargo, vale la pena recordar como Chávez, luego de 10 años de gobierno, apenas recientemente ha descubierto la existencia de huecos en las calles de Caracas. Si las autoridades del gobierno central no se toman la molestia de cuidar las calles por las que circulan a diario, que pueden esperar las regiones remotas del país, por donde estas autoridades no se asoman ni una vez al año?
Si se trata de coordinación entre el gobierno central y regional, los diversos gobernadores opositores han manifestado su disposición a trabajar con el gobierno central, que sólo se ha limitado a desconocer y quitar atribuciones a estos gobiernos, no por el bien del país, sino para obtener la hegemonía del poder.

Parece que si el pueblo se equivoca al elegir a las autoridades regionales, Chávez, la "encarnación del pueblo", se atribuye la potestad de corregirle la plana.

Sin lugar a dudas, con Chávez manda el "pueblo"...

[1] http://www.constitucion.ve/documentos/ConstitucionRBV1999-ES.pdf
[2] http://www.noticias24.com/actualidad/noticia/27323/la-toma-de-puertos-privara-de-millones-de-bs-a-las-gobernaciones/

martes, 17 de marzo de 2009

Chávez - Manual de Instrucciones II

Hablamos de un político que no decide sobre la base de estrategias planificadas. Chávez no es un estadista frío y calculador, adolece de la paciencia que esto requiere. Es impulsivo y resuelve los conflictos haciendo caso a sus emociones; con lo cual también encarna un estilo profundamente venezolano sustentado en el "ir haciendo como vamos viendo." No quiero que parezca que sugiero que prestar atención a lo emocional es inconveniente. Por el contrario, el terreno afectivo suele estar exiliado de la práctica política, a pesar de que le agregaría flexibilidad y honesta cercanía a la población. El problema en nuestro caso es que la gestión ejecutiva siga unilateralmente cualquier "corazonada" que se le presente sin reflexionar, hilvanando una administración caprichosa y caótica. Otra cara del exceso de impulsividad emotiva es la explotación del sentimentalismo o la cursilería, que conduce a la manipulación de las circunstancias adversas de algunos sectores populares para provecho político. Lo que más sencillamente llamaríamos populismo.

En la misma línea, debemos admitir que el presidente Chávez ha tenido una honesta conexión consigo mismo, cuando menos parcialmente, cosa que podemos considerar poco frecuente en el ámbito político. Ha pactado y cedido pocos elementos que considere importantes, siguiendo casi por completo sus deseos. A quienes ostentan una posición de poder los cambios de opinión les significan un costo en su popularidad; sin embargo Chávez no ha tenido mayores reparos en cambiar varias veces de postura. Su devenir siempre ha sido más o menos caprichoso, y las cosas le han salido bien utilizando ese método. Con sus reiterados antecedentes exitosos es seguro que seguirá este camino en el futuro.

Otra de las características que le describe es un elevado y constante nivel de angustia. Lo notamos en su necesidad de explicarse públicamente durante jornadas completas, redundando y dando vueltas a los mismos puntos, sin ningún objetivo aparente además de lograr algún alivio para su desbordante inquietud. Nadie habla tanto gratuitamente

Pero en las situaciones críticas un elemento atípico se despierta en su interior. Una especie de calma que le ayuda a centrarse y moverse con una sensatez iluminada, en conexión con el colectivo y la historia. Encontramos ejemplos de estas ocasiones cuando le sacaron del poder o cuando fracasó estrepitosamente en el golpe de estado que intentaba liderar. En momentos de naturaleza crítica y decisiva adquiere cierta conciencia histórica y adopta una postura orgullosa que enamora a sus seguidores y desespera a sus opositores.

Su conexión con la gente es un invaluable activo político con el que cuenta, y es de naturaleza estrictamente emocional. La contraparte de este beneficio es la pesada carencia de claridad en las ideas; para compensarla se rodea en lo posible de importantes personajes de carácter intelectual: Luis Miquelena, Fidel Castro, José Vicente Rangel o Jorge Rodríguez. En ocasiones uno sólo no es suficiente, dado lo desbordante de su impulsividad y lo imprescindible que se le hacen control y guía externa. Esto lo ilustran ya no la forma y extensión de sus discursos, sino su contenido claramente desenfrenado y de tono innecesariamente altivo. Su esfuerzo por ser "el arrecho del barrio" o el "gallito" le hace ganar infinidad de adeptos en todos los sectores de la población, quienes le consideran espontáneo, sincero, poco protocolar o sienten la descarga vicaria de su propio malestar, frustración y rabia contenida. Chávez, mal que bien y sin saberlo, libera este malestar general con fuerza cada vez que puede.

De cualquier manera ha aprendido a disfrazar sus caprichosos deseos, esencialmente estéticos, de objetivos políticos convenientes al país, que aparentan formar parte de un proyecto preconcebido para la construcción de una nación casi desde sus cimientos.

Es un enamorado de ética y estética izquierdista. No es casualidad que la misma sea ante todo sea heroica y sacrificada. Pero es evidente que no entiende más que pinceladas de sus preceptos, a juzgar por las consecuencias del socialismo del siglo XXI en Venezuela: corrupción de niveles desconocidos (aún para los venezolanos que podríamos tener varios record en este sector), el nacimiento de una nueva oligarquía todo poderosa y celosamente monopolista, y el signo más claro de un capitalismo de estado desordenado: un nivel de consumo general nacional estratosférico y siempre creciente, aún en artículos considerados lujosos, raros o esnobistas, especialmente alto en las nuevas y viejas cúpulas económicas, cada vez más distanciadas de la realidad social de buena parte de la población.

El discurso socialista tiene una importante historia en Latinoamérica, con lo que Chávez de aleja de cualquier posibilidad de vínculo con el enemigo número uno por decreto presidencial: Estados Unidos. La retórica conservadora norteamericana es en cierto modo heroica también, pero es muy difícil apreciarla gracias al banal heroísmo que exportan a través de Holywood y a los insensibles desaciertos en política exterior que han cometido en los últimos años. Es difícil apreciarlo sobretodo siendo foráneo, Chávez posiblemente sea el más foráneo de todos y tampoco está demasiado interesado en esforzarse por entender lo que supone ajeno y peligroso.

El socialismo-comunismo es el nicho perfecto para protagonizar el guión de la resurrección: ideales agonizantes, con protagonistas oxidados y consignas que pocos entienden. Es el caldo ideológico perfecto para que Chávez encarne el nuevo redentor que resucitaría viejas ideas "renovada", "democrática" y "efectivamente", al menos según su visión del socialismo del siglo XXI. Escribiría así su nuevo testamento y quedaría coronado como el salvador de los débiles: el nuevo Mesías.

viernes, 13 de marzo de 2009

Chávez - Manual de Instrucciones I

Para ubicarnos en circunstancias semejantes a la que me gustaría que nos aproximásemos imaginemos una familia que compra algún aparato importante del hogar, como una lavadora.

Al cabo de un tiempo algunos miembros notan que su ropa no está limpia, otros aseguran que la lavadora funciona mejor que otras que han tenido anteriormente o que la de los vecinos. Con el tiempo las diferencias se hacen más intolerables; un sector familiar desea devolver el aparato, mientras el otro desea quedárselo más tiempo incluso de lo que conservarían cualquier electrodoméstico, tal vez para siempre.

La familia está cada vez más deteriorada. No sabemos si la razón es el aparato o el maltrato que han padecido las relaciones a partir del conflicto. Finalmente revisamos las instrucciones de uso de la supuesta lavadora. Misteriosamente no encontramos un simple manual, sino un rompecabezas.

Para quienes no estamos conformes con el producto, porque lo consideramos más dañino que beneficioso, nos queda la opción de armar el rompecabezas y tratar de entender la supuesta lavadora. No podemos devolverla porque una parte de nosotros está encariñada con ella, a pesar de que la ropa sucia se acumula. Entonces probablemente una de las cosas más sensatas que podemos hacer sea dedicarnos a desvelar "El Misterio Chávez", descubrir cómo se arma el rompecabezas, en la búsqueda de alguna clave para avanzar en un sentido productivo, en lugar de limitarnos a lamentar nuestra suerte.

Dos de las muchas características relevantes en el modo que tiene Chávez de influir popularmente son el exceso de polaridad y la movilización de elementos sombríos. Quiero subrayar que no me refiero ahora a características de la persona de Chávez, sino al efecto que tiene sobre el colectivo nacional. La combinación de ambas peculiaridades desencadenan importantes procesos en la población, muchos de los cuales son autónomos e inconscientes. Estas dos características y las consecuencias de su combinación deben ser comentados, para eludir las ambigüedades que suelen aparecer al tratar este tipo de temas.

Con exceso de polaridad me refiero a la dificultad para vislumbrar, concebir o ubicarse en la zona del punto medio de un continuo, es decir, la espontánea preferencia por alguno de los polos y el rechazo lapidario del contrario. Es un proceso bastante frecuente en fenómenos masificados. Estoy seguro de que podremos recordar ejemplos en la historia política mundial, en el que un grupo se ubica en uno de los polos existentes y descalifica al opuesto, dejando poco o ningún margen para el diálogo. No es la primera vez que escuchamos que Chávez ha sido un elemento polarizante de la sociedad venezolana, creando diferencias donde no las había y extremándolas hasta blindar la posibilidad de reconciliación. Dudo que un líder pueda "crear" diferencias de la nada, los líderes canalizan, eficientemente o no, vivencias populares que reclaman expresión. La polarización se refleja entonces, en la imposibilidad de oficialismo y oposición para reconocer la validez del otro. La distancia psíquica entre nosotros es tal que sencillamente no nos vemos, escuchamos o entendemos.

Es sobre esta estructura que los fenómenos de proyección sombría germinan, casi siempre revistiendo serios peligros. El tema de "la sombra" es extenso e inabarcable en estas líneas, de manera que cabe especificar a qué me refiero en este caso y por qué resulta relevante, haciendo uso de simplificaciones que serán siempre tan limitadas como necesarias. Una esquematización válida podría remitir lo sombrío a la experiencia de la enemistad. Funcionalmente hablando el individuo o colectivo identifica en "el otro" aquello que menos acepta de sí mismo, vertiendo su odio sobre la imagen del enemigo, así como la responsabilidad de la mayoría o la totalidad de sus males, y muchas veces suponiendo que la aniquilación de la sombra traerá la libertad, la felicidad o la recuperación de algún paraíso perdido. Apreciamos como la polarización y la proyección de elementos sombríos pueden encadenarse: se distancian aspectos o sectores incómodos y luego se embisten de un tono afectivo negativo, haciéndoles culpables de toda calamidad. Recordemos que resumimos al máximo intrincados procesos para hacerlos transmisibles, la realidad siempre es más colorida y compleja.

En términos cotidianos es lo que hemos experimentado al sentir que Chávez facilita que sus adversarios le vean como la encarnación del mal; y que quienes le apoyen conciban a sus contrincantes a su vez como demonios.

Dudo que se trate de una estrategia política planificada y conciente. Pero con esto entramos al comentario de algunas de las características de Chávez como figura publica, tema que desarrollaremos en la próxima entrega.

martes, 10 de marzo de 2009

libre mercado vs. democracia

La democracia está sustentada sobre un principio básico, la igualdad política de los participantes. No obstante, diversos estudiosos y críticos de la democracia afirman que esta igualdad no se da en la práctica, pues aunque todo ciudadano tiene derecho al voto, la influencia política no está distribuida por igual.

Una persona con bastos recursos económicos o contactos políticos puede ejercer una influencia en el gobierno que un ciudadano común no puede. Una persona que haya financiado la campaña política de un candidato ganador, o una persona con recursos ecónomicos para contratar una empresa de lobby, obviamente tiene mayor peso en la agenda política que un ciudadano común.

Se señala, en parte correctamente, al libre mercado como el responsable de la desigualdad política. Y es que el libre mercado, sumado a factores aleatorios, trae como consecuencia que haya personas que acumulen riqueza mientras que otros apenas tienen para subsistir. El libre mercado divide al mundo en ricos y pobres o, en términos políticos, en ciudadanos de primera y de segunda clase.

Dado que el libre mercado atenta contra el principio de igualdad política, no debería entonces eliminarse el libre mercado? No sería esa la solución?

Podría verse así, sólo que la única alternativa que existe al libre mercado es el socialismo. El socialismo promete una sociedad en donde existe igualdad económica y, como consecuencia de ésta, igualdad política. Pero eso sólo ocurre en la teoría, porque en la práctica, el sistema socialista nunca ha cumplido con su promesa de la igualdad económica, y mucho menos, política.

Pero que sucede con el socialismo tan eficiente de los países europeos? Que más allá del nombre, lo que practican no es socialismo. Es un sistema capitalista de libre mercado, democrático, en el que el estado se compromete a proveer un estándar mínimo de vida mediante la redistribución de los ingresos, pero respetando siempre el libre mercado.

Y no es posible reformar el socialismo y adaptarlo a la democracia? No, porqué el socialismo es un sistema político económico. No se puede mezclar con democracia. Por qué? Porque, de la misma forma que el sistema capitalista está condenado a vivir con el lastre de la desigualdad económica, el sistema socialista está condenado a vivir con el lastre que representa el sacrificio de las libertades del individuo.

A diferencia de la democracia, donde la libertad del individuo es una consecuencia natural, el socialismo real impone la idea de que el bienestar común - un principio que se interpreta según la voluntad de quien detenta el poder - es más importante que la libertad personal. Si lo mejor para el bienestar común es que Ud. vaya a sembrar papas, entonces Ud. se irá a sembrar papas. La sociedad - o el estado en la práctica - se impone sobre el individuo.

Y sólo basta mirar la historia de Cuba, China o el bloque soviético para ver estas verdades. La primavera de Praga de 1968 no es más que una pequeña muestra de la aniquilación de las libertades invididuales llevada a su conclusión lógica. Y es que el modelo político-económico socialista no puede co-existir con un sistema de libertades individuales como la democracia.

La democracia, si se quiere, puede verse como esa muchacha bonita, y al libre mercado como la amiga antipática de aquella. Si queremos estar con la muchacha llamada democracia, tenemos que soportar a su amiga antipática. No nos queda otra opción.

Dadas las anteriores experiencias socialistas, es fácil darse cuenta que los planes actuales del gobierno [1] están condenados al fracaso. Esperemos que el país esté en la capacidad de despertar del delirio socialista antes que sea demasiado tarde, y que retome el camino de la democracia.

[1] http://www.eluniversal.com/2009/03/09/eco_art_gobierno-apreto-el-a_1295647.shtml

lunes, 9 de marzo de 2009

ideología o ética?

Una creencia común entre los partidarios del chavismo es que la preparación ideológica en el socialismo es fundamental para que el país progrese. Esta idea, inspirada en aquella idea de "el buen salvaje" postulada por Rosseau, no es más que parte de la utopía socialista y su sue­ño de "el hombre nuevo".

Lamentablemente, ese "hombre nuevo" brilla por su ausencia entre los líderes de la revolución. Si no, como se justifican sueldos exhorbitantes o la exhibición de riquezas desmedida entre la familia y personas cercanas a Hugo Chávez?

Una persona común que verdaderamente cree en el gobierno, dirá que esas personas no son socialistas, sino oportunistas. Y que precisamente esas personas actúan así porque carecen de una verdadera preparación ideológica. Que si tuvieran una verdadera preparación ideológica, no se lucrarían sino ayudarían a los pobres.

Los socialistas crítican ferozmente a la Iglesia porque son una parte del sistema opresor, y cuestionan la verdad de sus doctrinas, al tiempo que proclaman al socialismo como la verdad suprema, La Verdad. Al preguntar en una ocasión a un chavista si tenían un Verdad-ómetro que le permitiera reconocer que la verdad socialista es La Verdad, este alegó que los cambios que el logra como voluntario en las comunidades pobres son su evidencia de que el socialismo es La Verdad. Su trabajo comunitario es loable, pero no es muy distinto al de cualquier grupo de voluntarios de la iglesia cristiana, grupo que lo hace por razones totalmente distintas. Entonces la iglesia cristiana es también La Verdad? La ideología se parece a una bicicleta, en la que si no se pedalea , se corre el riesgo de caer de lado.

El problema no es la ideológico. No tengo que tener una fuerte formación ideológica para darme cuenta que cometer actos de corrupción o cobrar sueldos exhorbitantes del estado en un país pobre está mal. Para ver eso no hace falta ser un socialista convencido. Sólo hace falta ética.

Y es que el requisito fundamental para un buen gobierno no es la ideología, es la ética. Y eso es algo que brilla por su ausencia en este gobierno. Magistrados del TSJ con expedientes bochornosos y rectores del CNE "imparciales" que son premiados con la mismísima Vice-Presidencia de la República son sólo muestras de lo decadente del ambiente moral que se respira dentro de este gobierno.

Es hora de dejar de lado el debate ideológico estéril y empezar a exigir que se inicie el debate ético que se requiere para poder construir un país próspero y justo.

sábado, 7 de marzo de 2009

porque empresarios somos todos

Las recientes medidas de ocupación y expropiación de distintas empresas de alimentos son un mal negocio, no sólo para el sector empresarial, sino para todo el país. Desgraciadamente, esto no resulta evidente para todos y la forma en que los medios de comunicación lo han expuesto no hace llegar este mensaje, luciendo como defensores de los intereses de los empresarios más que del bienestar general.

Y es que los esfuerzos comunicacionales se han limitado a decir que esta medida es un atentado contra la empresa privada y que causará escasez en un futuro. Pero, acaso no se sufre de escasez desde hace tiempo? Quién haya tenido que comprar caraotas, papel toilette y aceite puede dar testimonio de la escasez de estos productos. Si se habla de la leche, el arroz o el ketchup, los productos regulados ha sido sustituidos por variantes no regulados. Arroces saborizados, ketchup condimentado y yoghurt son la única alternativa que tiene el comprador. Es difícil sentir solidaridad automática con el empresario que parece poco interesado en el consumidor.

Ante esta realidad, la amenaza de una futura e hipotética escasez es la menor de las preocupaciones del venezolano. Después de todo, que diferencia abría con la situación actual? Una ausencia total del producto? Está opción parece al consumidor como remota e incierta, pues nadie parece saber cuando se sucederá. Cuando empezará a sentirse esa escasez total? dentro de 3 meses? dentro de un año?

Mientras los medios se empeñan en anunciar un apocalipsis de fecha no determinada, el gobierno juega a ser Robin Hood, arrebatando a los malvados empresarios la comida que le negaban al pueblo. Para una persona que no conseguía arroz regulado, que puede tener de malo que tomen las instalaciones de Arroz Primor o Arroz Mary? Acaso a la persona le importa que el empresario pierda dinero? No. Menos aún le importa que el empresario sea una buena o mala persona. O que el gobierno tenga la razón. Lo que le importa es que el arroz regulado apareció.

Los empresarios no tienen que ir más allá de sus plantas de producción para darse cuenta que no gozan de la simpatía popular. Decenas o cientos de sindicatos chavistas dentro de las empresas privadas sueñan con el día en que les quiten las empresas a los dueños y se las den a ellos.

Poco importan los miles de empleados, la labor social o el compromiso con el pais. Poco importa que los empresarios pierdan dinero. Menos aún importa una hipotetica escasez a futuro. Lo que importa es que, al menos por ahora, se consigue el arroz que estaba desaparecido

Ante este agreste panorama, cuales son las opciones de los empresarios?

La vía judicial no luce como una alternativa prometedora, dado el control del poder ejecutivo y los antecedentes de decisiones judiciales del Tribunal Supremo que han permitido al gobierno apropiarse y utilizar instalaciones bajo la coartada de la "utilidad pública". Ese fue el caso con el canal privado RCTV, al cual le quitaron sus antenas de transmisión sin que hasta la fecha hayan recibido compensación por ello.

La convocatoria a un paro general queda descartada, dados los antecedentes de paro de 2002. Un paro daría una excusa al gobierno para expropiar las empresas, sin que eso se traduzca en un justo pago para los empresarios. Un paro tampoco sería bien visto por la ciudadanía, quienes hasta podrían ver las consiguientes expropiaciones como una necesidad.

A partir de aquí, las opciones lucen menos viables. No obstante, se hace necesario buscar rápido una respuesta apropiada a este ataque del gobierno, porque a medida que la situación económica del gobierno se haga más crítica, este tipo de medidas serán más frecuentes.

Parte de una estrategia apropiada ante las decisiones arbitrarias del gobierno debería comenzar con las empresas intervenidas explicando, con cifras en las manos, la verdadera situación financiera de la producción, así como los efectos nocivos de los precios congelados y el control cambiario.

Otro paso necesario es hacer entender al ciudadano que todos somos empresarios y estamos expuestos a este tipo de medidas. Para esto resulta sumamente conveniente la campaña de regulación que se ha anunciado contra las areperas. Después de todo, si hoy regulan las areperas, que impedirá que el día de mañana obliguen a la señora que vende arepas en la esquina o en su casa a venderlas al precio regulado?

Y si hoy es contra la señora que se resuelve vendiendo arepas, mañana podría ser contra el que tiene su puesto de teléfonos, contra el taxista o contra dios sabe quien. Porque después de todo, empresarios somos (o podemos ser) todos.

Es necesario, en medio de esta batalla por la defensa de la empresa privada, ganar el apoyo de los ciudadanos. Mientras esto no ocurra, será muy difícil contrarrestar la maquinaria judicial y propagandística de gobierno.

miércoles, 4 de marzo de 2009

¿Quién está atravesando qué cosa?

“A través del abismo.” Millones de venezolanos festejaron con alegría que se aprobara el contenido del referéndum constitucional del pasado quince de febrero. La reelección indefinida de varios puestos públicos permite, es una opinión, la continuación de un proceso de cambios sociales y políticos con los cuales están satisfechos. Millones de venezolanos se sintieron decepcionados y lamentaron que se aprobara el contenido del mismo referéndum. La reelección indefinida permite, es otra opinión, una reinterpretación constitucional que deshace cualquier garantía contra el anquilosamiento de puestos públicos, y por ende, las políticas que desde tales puestos se articulan. Asimismo, y más importantemente para dicha opinión, la continuación de una serie de cambios políticos y sociales con los cuales no están satisfechos, sobremanera porque ni se están llevando a cabo para ellos, ni se les ha tomado en cuenta sus opiniones al momento de articularlos.

Los millones que están felices y satisfechos llaman lo que sucede desde hace diez años una “revolución.” Los millones que están preocupados e insatisfechos llaman lo mismo un “deterioro de la democracia.” Son contados los momentos históricos venezolanos en que tantos han sentido de modo tan distinto un mismo evento político. Lo sobresaliente es que ambas multitudes, sin ironías, sin contradicciones, y sin retóricas, están en lo cierto.

El término “revolución” se emplea para indicar: 1. - un movimiento en órbita o alrededor de un centro o eje; 2. - un derribo, mediante el uso de fuerza, de un gobierno u orden social a favor de un sistema nuevo; 3. - como un concepto marxista, la lucha de clases que se espera llevará a un cambio político y el triunfo del comunismo. En este sentido, la “revolución socialista” propuesta por el presidente Chávez es tanto una continuación de su intento fallido de golpe de estado (nuestro 2), como el establecimiento de un cambio social y político (nuestro 3) que multitudes de venezolanos entienden como un ajuste a las desigualdades de clase existentes en nuestra sociedad y, asimismo, como una promesa de una sociedad mejor, más igualitaria y más participativa. El descontento que este modelo de sociedad crea entre aquellos que no sienten que sus condiciones han mejorado (sino, por el contrario, empeorado), o entre aquellos que han sido excluidos del mismo porque ven los apuros que resultan de participar en el mismo de un modo que no sea reflexivo y crítico, es lo que también hace que podamos considerar la “revolución” en términos de nuestro 1: como una mera inversión de las condiciones iniciales en las cuales se inició la “revolución.” Los millones de votos que solidarizaron con el referéndum, y los millones de votos que lo condenaron, evidencian cómo hoy en dia vivimos en un Venezuela psicótica, en la cual cada mitad de la población existe casi enajenada de la otra.

El deterioro de la democracia que existe en Venezuela no radica en el hecho que se intente llevar a cabo una “revolución.” Desde siempre, las “revoluciones” no ja sido más que la búsqueda de la articulación de reformas, pero de modo expedito, acelerado y que demanda inmediatez. Solamente el apuro por la velocidad es lo que diferencia los cambios “revolucionarios” de las reformas “liberales”, para bien y para mal. Otros cambios sociales y políticos profundos, caracterizados por la inmediatez, también han sido llamados “revoluciones”: de esta manera, hablamos de la “revolución” iniciada por Gandhi mediante su llamado a la “resistencia civil”, que concluyo en la independencia de India; de la “revolución sexual” en la década de los sesenta y setenta que libero a mujeres y homosexuales en muchas naciones; del revolucionario movimiento de “desobediencia civil” ante la segregación racial en los Estados Unidos o el “apartheid” en Sur África; entre otras tantas “revoluciones”.

Lo que separa a estas “revoluciones” de la “revolución” que desde diez años se da en Venezuela es que el resultado de las mismas no fue el conflicto y la insuperable fractura de las sociedades en las cuales se dieron. Por el contrario, estas “revoluciones” alcanzaron a establecer el respeto por los derechos sociales y políticos plenos de aquellos que otrora fueran excluidos y marginalizados, e incluso la creación de nuevos derechos basados en el respeto a la diferencia.

El deterioro de la democracia en Venezuela radica no solamente en la pérdida del respeto a la diferencia, o en la vulnerabilidad de derechos civiles y políticos, o en la imposición constante de reformas y plebiscitos, los cuales en muchas ocasiones se llevan a cabo sin contar siquiera con una discusión publica y critica, sino principalmente en una “revolución” que, año tras año, culminando en una década, se ha desacelerado hasta el punto de considerar irrelevante la exclusión de, persona más, persona menos, la mitad del país que desea renovar. Esta experiencia de sentirse sin casa estando en ella, de sentirse mudo aún teniendo voz, de sentirse como un extranjero ahora que “Venezuela es de todos,” es lo que expresa la metáfora que es título de este blog.

Atravesarlo este abismo dependerá no solamente de recuperar el hogar, asegurarse que se nos escucha, exigir que se nos reconozca como venezolanos también. Dependerá asimismo de entender por qué para la otra mitad ni existen abismos ni sombras, cómo es que la “revolución” sí ha sido capaz de procurarles cambios (quizás poquísimos, pero los suficientes para aceptarlos como mejoras) que no se reducen meramente a “bozales de arepas”, sino que consisten de una novedosa inclusión social y política, el delirante sentimiento de estar participando en la mismísima Historia (sin dudas, una visión hiperbolizado en los movimientos marxistas y socialistas, pero característico de todos los movimientos políticos en realidad), y la preocupación incesante por el hecho que si la “revolución” cesara, las condiciones sociales y políticas de ahora volverían a las iniciales, a aquellas existentes antes de la “revolución”, donde quiénes atravesaban el abismo eran ellos.

Atravesar el abismo, pues, es tanto acepar el deterioro de la democracia en Venezuela había comenzado antes de la “revolución” (que la dichosa “revolución”, cambiándolo todo sin cambiarlo en realidad, solamente puso los abismos en evidencia), como aceptar el imperativo de divisar modos de constituir una nueva democracia venezolana que no solamente incluya a todos, sino que les brinde a todos la oportunidad de entender que el horizonte hacia el cual nos encaminamos como nación es, y necesitar ser siempre, un horizonte común. De lo contrario, solamente nos limitaremos a continuar atravesando abismos.

Vox populi, vox dei?

Ojalá el problema de Venezuela se limitará a sacar a Chávez del poder. Pero no, el problema no es sólo Chávez. Es todo el sistema político. Es la sociedad. No se puede aspirar a tener líderes buenos cuando la sociedad de la que provienen está sumida en la estulticia y la frivolidad. Mientras la sociedad venezolana no se ponga las botas.

La culpa no es del ciego sino de quien le da el garrote. La pobreza y exclusión que fueron creciendo en los últimos 30 años han sido caldo de cultivo para este desastre en que estamos sumidos y para el que no veo pronta salida. Y mientras la miseria y la exclusión siguen igual que antes, tengo serias reservas de que las cosas mejoren. En cuanto a la capacidad de este gobierno para enderezar el rumbo en los cuatro años que le quedan y dejar atrás esos lastres de nuestra sociedad.

El ciudadano está cansado de la forma en que se maneja la política, pues más parece importar a los políticos salir en la TV que resolver los problemas del país. Es más importante la popularidad o el número de votos, o una cifra mágica (coeficiente de Gini, tasa de crecimiento macroeconómico, etc.) que la realidad de millones de venezolanos que siguen viviendo en la pobreza y sumidos en la violencia. Y de este pecado son culpables tanto el gobierno como la oposición.

Por ejemplo, parece que es más importante para el presidente hacer de vedette tele-evangelista y gastar una pequeña fortuna en cientos de horas de cadenas, discursos y programas de televisión, que trabajar para las personas que lo eligieron y que claman por seguridad, vivienda o una remuneración digna.

Porque como lo demuestran las protestas de trabajadores del Metro, de PDVSA y de las empresas de Guayana, las protestas contra la inseguridad, o las permanentes protestas frente al CONAVI, la promesa de luchar por el "Pueblo" no existe más allá de la retórica presidencial. Pura demagogia. Pura paja. Palabras vacías y promesas incumplidas.

Por otra parte, no puedo encontrar sino risible la mania ciega de convertir a Chávez, mediante la mágica transubstanciación del voto, en el "Pueblo". "Pueblo" no es más que una palabra que usa quien detenta el poder para imponer su voluntad. Esto no es distinto a cuando los reyes invocaban el derecho divino para hacer lo que les venía en gana. Y es que "Pueblo" son igualmente los que votan por Chávez como los que no lo hacen. "Pueblo" son igualmente el estudiante universitario, el obrero de la fábrica y la señora de alta sociedad.

Para tener una mejor idea de a donde pueden llevar estás ideas distorsionadas sobre "Pueblo", sólo falta echar un vistazo a la Alemania nazi para tener una idea de a donde llevan esas ideas de "Pueblo" que excluyen a los que no están de acuerdo. También podría aprovechar la oportunidad y aprender como el "Pueblo" alemán se equivocó. Porque ese es otro mito común: el "Pueblo" es infalible. El "Pueblo" no se equívoca. Supongo que esa supuesta infalibilidad del "Pueblo" debe ser un verdadero consuelo para los millones de alemanes disidentes enviados a campos de concentración, o los millones de alemanes sobrevivientes de la 2da Guerra Mundial que tuvieron que soportar años de miseria.

Y quizás no hace falta ir tan lejos para ver lo voluble que es la "voluntad popular": no fue acaso el "Pueblo" venezolano quien mediante el voto permitió durante más de 40 años permanecer a las "cúpulas podridas" de AD y Copei?

Es hora de olvidarse de esa idea abstracta de pueblo y empezar a reconocer en el venezolano que se encuentra en la acera del frente al conciudadano. A la persona que tiene tantos derechos y deberes como nosotros. A la persona de cuyo progreso depende no sólo su bienestar, sino el bienestar mío y del país. Es hora de que el voto deje de ser usado como coartada política y recupere su papel básico: herramienta que nos permite dirimir nuestros desacuerdos.

martes, 3 de marzo de 2009

La falsa enfermedad de la oposición.

No puede menos que resultarme curioso que mientras desarrollo las ideas que expondré a continuación encuentro semejanzas, aunque sólo algunas, con lo expuesto por Carlos Blanco en:

http://www.tiempodepalabra.com/#sec=tiempo_de_palabra&s=8&a=106

Escuchamos con frecuencia que la oposición venezolana carece de un líder que unifique las propuestas, una personalidad fuerte que resuelva las diferencias con un puñetazo en la mesa, en pocas palabras, un caudillo.

Un principio distanciado de la tradicional medicina alopática dice “la enfermedad es la cura.” Sentencia que entre otras cosas funciona como llave paradójica ante la lucha exagerada que emprendemos contra los males que aquejan al cuerpo, que en ocasiones puede resultar más peligrosa que la misma enfermedad. Promueve una posición más reflexiva ante el padecimiento, su sentido y razón de ser.

Habríamos de empezar a considerar la carencia de liderazgo autocrático en la oposición una ventaja sustancial y no una debilidad, y utilizar esta oportunidad para canalizar un modo distinto de construir el debate político, una vía menos mesiánica y paternalista de entender la dirigencia, antes que empeñarnos por conseguir un nuevo caudillo anti-Chávez. Tenemos, como parte de la oposición, una oportunidad invaluable para añadirle madurez y color a la política venezolana, promoviendo una nueva manera de diálogo en nuestra sociedad.

Este exagerado apego a un salvador, además, es un profundo símil del modo de funcionamiento mental y afectivo venezolano; pero aunque nos cueste creerlo, no hace falta un super-padre-salvador que nos rescate de nuestra difícil situación, nos bastamos nosotros mismos y nuestro trabajo como iguales para ir alcanzando los objetivos que la sociedad venezolana requiere, para vivir con dignidad y en bienestar.

La carencia de un caudillo es una oportunidad y una ventaja. En su lugar tenemos un difícil camino que recorrer juntos y la demandante necesidad de desarrollarnos y madurar políticamente como colectivo.

lunes, 2 de marzo de 2009

espejismo del siglo XXI

Qué es el socialismo del siglo XXI? Es socialismo petrolero? Es la reedición del socialismo del siglo XX? Es la reinvindicación de las clases menos privilegiadas?

Si se mira más allá de la propaganda oficial, a la que siempre se debe mirar con escepticismo, se ven grandes contrastes entre lo que proclama la propaganda gubernamental y la realidad cotidiana del ciudadano.

En los medios oficiales, por ejemplo, se habla de que cada día se reduce el número de pobres. Se citan decenas de cifras e indicadores de bienestar o equidad social que han mejorado bajo este gobierno. Se habla de programas de salud, educación y alimentación que benefician a miles o millones de pobres. Promociones de bachilleres y profesionales son graduados por centenas en tiempo récord. Se habla de consejos comunales y empoderamiento del pueblo. Se habla de crecimiento económico e independencia tecnológica. Señalan obras como la línea 4 del metro y el puente Orinoquía. También dice que los logros no son más numerosos porque las clases adineradas - la oligarquía - entorpece el trabajo del gobierno por razones mezquinas y/o apátridas.

Por otra parte los medios críticos al gobierno - que han sido críticos con TODOS los gobiernos - hablan de otra realidad. Hablan de una inseguridad rampante. Hablan de corrupción en todos los niveles. Hablan de inflación. Señalan el fracaso de las cooperativas, empresas y proyectos estatales. Hablan de los malos negocios y regalos hechos por el gobierno en otros países.

Si nos olvidamos de las cifras y hechos arrojados por gobierno y oposición, la situación no luce especialmente mejor para los pobres. Las escuelas públicas siguen en un estado lamentable, a pesar de existir barrio adentro los hospitales siguen sumidos en la miseria y las condiciones laborales siguen siendo terribles. La inseguridad es pan nuestro de cada día y la deficiente respuesta de las autoridades - cuando la hay - termina con más frecuencia de la deseada en ajusticiamientos extrajudiciales o alguna otra injusticia.

En todo caso, poco pareciera importar estas cosas a los electores que dan su voto a Chávez. Poco importa que los hospitales no funcionen, que la oferta de mercal sea insuficiente o que la mayoría de las escuelas públicas sigan tan mal como hace 10 años. Poco importa que la pobreza y la necesidad siga siendo el pan nuestro de cada día. Lo que importa es que ellos se benefician de los módulos de Barrio Adentro, de Mercal y de las misiones educativas. Lo que importa es que Chávez habla de ellos. Lo que importa es que ellos se sienten, luego de mucho tiempo, incluidos.

Mi preocupación, preocupación que creo compartir con otros venezolanos, es que este modelo que parece calar en las clases desfavorecidas no es sustentable. Me preocupa que este socialismo del siglo XXI no es más que una solución temporal de los problemas sociales, que sólo es sustentable con altos precios petroleros.

Que pasará entonces cuando no se pueda financiar ese gasto social? Esos millones de personas descubrirán entonces que están en medio del desierto, y que ese oasis que era el socialismo del siglo XXI - o socialismo petrolero si prefieren - se desvanecerá como un espejismo. Un espejismo del siglo XXI.

Una vez evaporado este espejismo, será hora de dejar de soñar con imposibles y empezar a trabajar sobre lo real, pero sin dejar de lado la ética al momento de tomar decisiones políticas y económicas. Me gustaría pensar que aún sin altos precios del petróleo, es posible lograr la mejora de las condiciones de vida del venezolano. Mientras más pronto se empiecen a sumar voluntades para esa ardua tarea, más posibilidades habrá de superar los retos que enfrentamos como nación.

sábado, 28 de febrero de 2009

Ilusiones de control, una respuesta.

Cuando hablamos de regular el mercado aparecen un montón de fantasias relacionadas con frenar la avaricia excesiva. Sospecho que una buena porción de personas que leen "control de los mercados" piensa en este maravilloso (e inexistente) método para limitar a millonarios ambiciosos y su poder.

¿Cuáles pueden ser en realidad los abusos de los peces gordos?

Dentro del libre juego del intercambio lo único reprochable es vender algo distinto de lo que la contraparte ha comprado, es decir, engañar. Un ejemplo podría ser vender paquetes de aciones y bonos que lleven engrapadas (y ocultas) hipotecas subprime. En este caso la tal regulación no sería más que la puesta en práctica de los procedimientos pertinentes para esclarecer si ha habido engaño y, si resulta que sí, regresar al estafado su dinero y muy probablemente alguna indemnización.

Las recientemente desveladas estafas de Madoff y Stanford ejemplifican lo comentado. Si el estado se encargase de idear vías legales para que los estafadores tuvieran que pagar todas sus deudas más indemnizaciones hasta que estuvieran saldadas por completo, haciendo uso de su dinero y bienes personales, y dejándoles en justa miseria posiblemente de por vida; éstos crímenes serían un poco menos frecuentes.

Pero en general las instituciones gubernamentales se esfuerzan mucho más en controlar la dirección del mercado que en administrar eficientemente las consecuencias para evitar este tipo de crímenes.

El mercado es el encuentro de quienes quieren comprar algo y quienes quieren venderlo. ¿Qué pretenden regular? Las reglas naturales del mercado sólo permiten participar (comprar o vender) o quedarse al margen, y cuando los gobiernos deciden participar regulando precios, bloqueando compras o manipulando el valor del dinero no transforman o mejoran la naturaleza del mercado, sólo enturbian y trastocan su devenir, generalmente produciendo efectos bastante más nocivos que aquellos que querían evitar.

Ahora bien, sería el colmo pretender sugerir que la crisis es producto de la falta de vigilancia, si el mercado no podría estar mas rodeado y atravesado por comisiones, controles y demás instrumentos gubernamentales, cuyo único fin es que las direcciones del intercambio sean aquellas que convienen al funcionario a cargo. Podríamos incluso definir la actual crisis como la absoluta incapacidad del mercado para seguir respondiendo a los deseos políticos de crecimiento. Nos quedan sólo dos hipótesis sobre la mesa, porque es evidente que no han dejado de haber controles ni por un minuto: la crísis ha sido consecuencia de una gestión regulatoria excesivamente ineficientes o que la regulación generalmente producirá desastres de las proporciones que ahora conocemos.

Por lo que hemos visto hasta ahora podemos estar seguros de que los esfuerzos por salir de la crisis sólo agudizarán sus estragos. "Un estado débil que mira a otro lado" sería, en realidad, una bendición.