miércoles, 1 de abril de 2009

Fracaso político?

Estamos destinados a convivir con nuestros semejantes. Somos seres formados para la vida en sociedad. Existen excepciones, pero es un hecho que venimos al mundo como parte de un grupo, una comunidad. Nos hacemos personas en la medida en que aprendemos a convivir en sociedad.

Lamentablemente, sea por nuestra naturaleza o por nuestra formación, surgirá el conflicto. Las alternativas para resolver esos conflictos van desde una solución que satisfazca a ambas partes - el consenso - hasta el uso de la violencia por parte del más fuerte para imponerse sobre el débil.

A medida que se incrementa el número de personas que deben convivir y la sociedad se complejiza y da paso a la nación-estado, el espacio por excelencia para la resolución de los conflictos es la arena política. Ciertamente hay conflictos (laborales, personales, financieros) que tienen otros escenarios para su resolución, pero las cuestiones que atañen a toda la sociedad como conjunto pertenecen a la esfera de la política. La finalidad de la política, más allá de alcanzar el poder, debería ser la búsqueda de soluciones pacíficas a los conflictos de la sociedad.

La violencia pasa a un segundo plano, toda vez que su uso es monopolio exclusivo del estado, que debe actuar como un mecanismo que garantice la existencia y seguridad de todos. Como la violencia no es - o no debería - ser una alternativa, el consenso debería ser el único mecanismo para la resolución de conflictos.

Pero que sucede cuando una de las partes en conflicto dispone del poder del estado y lo emplea para imposibilitar el debate político? Que el consenso deja de ser una alternativa en la resolución del conflicto y sólo queda como salida la violencia. Dado el monopolio de la violencia ejercido por el estado, este deja de ser un instrumento neutro y pasa a ser un sistema de opresión.

Y poco importa que este estado tenga sus orígenes en un sistema democrático. Acaso es mejor una tiranía de la mayoría que una tiranía tradicional? No hay en realidad ninguna diferencia, salvo la falsa creencia de que la opinión de la multitud es infalible.

Es necesario reconocer que la democracia y la política en Venezuela han fallado, pues no cumplen su función como instrumento para la resolución de los conflictos en que está sumido el país.

Ante un estado que no garantiza a la mitad de los ciudadanos , es necesario plantear su revisión y reconstrucción, con el propósito de que pueda asumir su función como garante de las libertades individuales y promotor del debate como mecanismo de resolución de conflictos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario