viernes, 27 de abril de 2012

Majunche vs. pésimo

Majunche, majunchismo, #majunchismo. Majunche, majunche, majunche. Otro insulto más a la larga lista de ofensas que arrojan el corifeo Hugo y sus adulantes a la oposición. Pre-majunche eran los pre-candidatos de la oposición. Majunche es el candidato electo en un proceso inédito de primarias por los opositores.

Majunche significa mediocre, de pobre calidad. Según esto, Henrique Capriles Radonski deja mucho que desear, no es bueno. No convence. Pero todavía queda margen para algo peor. Se podría ser pésimo. Pésimo, que es un adjetivo que le cae como anillo al dedo a la obra de gobierno del chavismo.

Pésima es la política de seguridad ciudadana, en la que las cifras de homicidios se han cuadruplicado en la última década y la cifra de resolución de crímenes alcanza apenas el 7% ante la mirada indiferente de las autoridades.

Pésimo es, por ejemplo, que en un país petrolero los apagones sean ya parte del día a día. Acaso el mismo Presidente Hugo Chávez no dijo hace unos meses que el sistema eléctrico estaba "blindado"?

Pésimo es el servicio de agua , que suministra a los hogares un líquido entre marrón y amarillento que se supone que es agua potable.

Pésima es la administración de PDVSA, responsable del caso PDVAL, de la quiebra del fondo de pensiones de los trabajadores y del daño ecológico causado por la falta de inversión en seguridad ambiental.

Pésimo es el sistema de justicia, en el que personajes de la calaña moral de Eladio Aponte Aponte - socio de Makled - o Luisa Estela Morales - 3 faltas graves durante su carrera - se pueden convertir en magistrados del TSJ.

Pésima es la política de apoyo social del gobierno, contaminada por el clientelismo político y sujeta a los vaivenes de las necesidades electorales del gobierno. Si hay elecciones, hay misiones. Si no hay elecciones, te jodiste.

Pésima es la política de salud del gobierno, en la que los hospitales públicos están en ruinas y la mayoría de los ambulatorios del programa Barrio Adentro se encuentran abandonados.
 
Siempre he sido un poco cínico sobre la democracia, señalando que la elección no es de quien elige, sino de quien determina cuales son las alternativas.  No obstante, también pienso que el auténtico motor de la democracia es la esperanza de que el próximo líder político podrá hacerlo mejor. Entre un candidato con una pésima obra de gobierno y un candidato majunche, la elección es clara.  

El 7 de octubre votaré MAJUNCHE!

miércoles, 25 de abril de 2012

Malandrocracia

Si algo queda claro al ver el estado del país hoy en día, es que somos gobernados por malandros. Tenemos un gobierno de malandros, por malandros, para malandros. Desde la alcaldía más pequeña hasta el TSJ. Prueba de ello son las declaraciones de Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia Eladio Aponte Aponte.

No voy a perder tiempo discutiendo la veracidad de sus acusaciones contra militares y altos dirigentes políticos. Corresponde a las autoridades investigar esas acusaciones y verificar las evidencias que el magistrado tenga a bien presentar.

Lo que es realmente importante es la confesión que el magistrado hace sobre sus fechorías.  El magistrado admite haber conspirado con otras personas para manipular la justicia con fines políticos. Admite su participación en el caso de los "paracachitos", en el que se acusó a un grupo de muchachos colombianos de ser paramilitares luego de ser traídos bajo engaño a Caracas. Lo mismo hace en el caso de Mazuco, en cuyo caso se inventó un testigo falso para condenarlo. También admite haber liberado a un militar que fue detenido bajo cargos de posesión de droga dentro de instalaciones militares, sólo porque se trataba de un allegado de la familia del Presidente Chávez.

No sólo eso, sino que admite haber participado en reuniones con el poder ejecutivo, la Fiscal General y otros magistrados del Tribunal Supremo en reuniones en las que el Vice-Presidente Elías Jaua indicaba cual era la sentencia a dictar por el TSJ en diversos casos según criterios políticos.

A confesión de partes, relevo de pruebas.

Cuál es la respuesta del gobierno? Nada de investigar. La solución es acusar al Magistrado Aponte Aponte de ser un delincuente prófugo, a pesar de que no había ninguna acusación en su contra. De hecho, estas solo se hacen públicas luego de su confesión. Es cierto, lo habían destituido y mandado para su casa. Pero no se hicieron públicas las razones de su destitución. Acusación penal? Ninguna. Nada. Cero.

Pero supongamos que es cierto, que el Magistrado Aponte Aponte es un juez comprado por el narcotráfico, un delincuente. Cómo pudo llegar a ser juez del Tribunal Supremo de Justicia un personaje de tan baja calaña moral? Cómo pudo un hombre dispuesto a manipular la justicia, a venderse a narcotraficantes al máximo tribunal del país? La razón es simple: en este gobierno no importa la virtud, la probidad o los méritos de las personas. La máxima virtud en el chavismo es el servilismo.

En el país de la lista Tascón, nadie se va a creer el cuento de que alguien como el señor Aponte Aponte, que ocupó posiciones importantes como la Fiscalía Militar o una magistratura en el TSJ no sea otra cosa que un chavista de uña en el rabo. No importa cuanto trate el chavismo de desmarcarse, el señor Eladio Aponte Aponte es el ejemplo perfecto de lo que es un alto personero chavista: un hombre sin moral, dispuesto a abusar del poder para preservar sus privilegios. Un sujeto al cual no le importa destruir la vida de otro para  beneficio propio. Verdaderos malandros de cuello blanco y boina roja-rojita.

lunes, 2 de abril de 2012

Don Quijote en tiempos modernos

"En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio, y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos, como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles, y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo.
[...]
En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra, como para el servicio de su república, hacerse caballero andante, e irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras, y a ejercitarse en todo aquello que él había leído, que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio, y poniéndose en ocasiones y peligros, donde acabándolos, cobrase eterno nombre y fama."

- Cervantes, Don Quijote de la Mancha


Pensando un poco más sobre la obsesión de la izquierda irredenta latinoamericana, esa que todavía tiene como modelo al Ché Guevara, o que ve en la riqueza de unos la causa de la pobreza de otros, no puedo evitar pensar en el paralelismo entre estos y el Don Quijote de Cervantes.

Un amigo me decía recientemente que el problema con Marx es que nadie había logrado comprenderlo hasta ahora. Quizás tiene razón en cuanto a esto, pero esta incomprensión no ha impedido que unos cuantos quijotes, luego de leer a Marx o algún panfleto con sus ideas a medio digerir, hayan decidido autonombrarse caballeros andantes y lanzarse en lucha feroz contra los molinos de vientos del capitalismo, con los nefastos resultados que se conocen no sólo en latinoamerica, sino a lo largo y ancho del mundo.

Es enervante, sin lugar a dudas, toparse con estos quijotes marxistas que creen que luego de leer un par de libros pueden ir enderezando entuertos por el mundo. Peor aún es pensar que algunos de estos quijotes podrían algún día ocupar posiciones de poder. Sólo basta echar un vistazo a Venezuela para descubrir que sucede cuando a estos quijotes marxistas se les encomienda administrar un país.

domingo, 1 de abril de 2012

Pobreza

Pobreza (sustantivo): Un expediente apto para los dientes de las ratas reformistas. El número de planes para su abolición es igual al de los reformadores que la padecen, más la de los filósofos que no saben nada sobre ella. Sus víctimas se distinguen por la posesión de todas las virtudes y por su fe en los líderes que tratan de guiarlos hacia la prosperidad donde creen que estas son desconocidas
- Pierce, A. The Devil's dictionary.


En días recientes he tenido oportunidad de conversar con algunos jóvenes europeos, quienes me han comentado con sorpresa sobre la pobreza y la desigualdad en latinoamérica. La preocupación fundamental pareciera ser lo injusto de un sistema que permite vivir a algunos de forma opulenta mientras que otros viven en condiciones terribles.

Y aunque sus percepciones son a su manera correctas, también es cierto que son personas que no tienen mayor idea sobre la pobreza. Su preocupación por el tema y su desconocimiento del problema me hace recordar la definición llena de sarcasmo de Pierce. Y aunque soy un reformista de corazón, soy también un creyente de aquel dicho popular que dice: de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.

En lo personal, dudo de los profetas que anuncian que acabarán con la pobreza, en especial los que habitan a ambos extremos del espectro político: socialistas y los neoliberales.

Los pobres no son gente desválida, oprimida y llena de virtudes como lo proclaman los socialistas. Tampoco son un atajo de buenos para nada y gorrones que quieren vendernos los neoliberales. La verdad es que las causas de la pobreza son diversas y por consiguiente no hay una cura universal. Quien la descubra no merecería el premio Nobel de economía, sino también el de la paz, e incluso el de literatura, física y algún otro para garantizar que se le recompense por semejante logro.

De mis experiencias personales y lo que he aprendido de otros, creo que hay tres tipos de personas: los trabajadores con suerte, los trabajadores sin suerte y los gorrones. Gorrones hay en todas partes. Trabajadores también. Algunos de estos trabajadores tienen suerte y logran vivir bien, e incluso algunos logran hacer fortunas. Otros trabajadores no corren con tanta suerte. Hay muchas cosas que escapan del control de la persona, y esto es un factor que los neoliberales parecen ignorar. Una persona no escoge la familia que lo cría, no escoge el país en que nace, no decide si la empresa o el oficio escogido garantiza el éxito o no. En medio de su ceguera ideológica los neoliberales confunden a los trabajadores sin suerte con los gorrones.

Los socialistas tampoco son mucho mejor en este particular. Con su miopía confunden a los gorrones con los trabajadores honestos. Ignorando la evidencia milenaria de que los vivianes existen en cualquier agrupación de personas, piensan que las tendencias criminales en el ser humano son producto de la sociedad y no son una consecuencia natural de nuestra naturaleza. Como lo diría un famoso experto en evolución: nosotros no descendemos de ángeles.
No obstante, aunque la experiencia y los hechos muestren lo contrario una y otra vez, los ingenuos socialistas no se detendrán en su búsqueda del hombre nuevo - aunque quizás el término apropiado sea hombre imaginario.