domingo, 1 de abril de 2012

Pobreza

Pobreza (sustantivo): Un expediente apto para los dientes de las ratas reformistas. El número de planes para su abolición es igual al de los reformadores que la padecen, más la de los filósofos que no saben nada sobre ella. Sus víctimas se distinguen por la posesión de todas las virtudes y por su fe en los líderes que tratan de guiarlos hacia la prosperidad donde creen que estas son desconocidas
- Pierce, A. The Devil's dictionary.


En días recientes he tenido oportunidad de conversar con algunos jóvenes europeos, quienes me han comentado con sorpresa sobre la pobreza y la desigualdad en latinoamérica. La preocupación fundamental pareciera ser lo injusto de un sistema que permite vivir a algunos de forma opulenta mientras que otros viven en condiciones terribles.

Y aunque sus percepciones son a su manera correctas, también es cierto que son personas que no tienen mayor idea sobre la pobreza. Su preocupación por el tema y su desconocimiento del problema me hace recordar la definición llena de sarcasmo de Pierce. Y aunque soy un reformista de corazón, soy también un creyente de aquel dicho popular que dice: de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.

En lo personal, dudo de los profetas que anuncian que acabarán con la pobreza, en especial los que habitan a ambos extremos del espectro político: socialistas y los neoliberales.

Los pobres no son gente desválida, oprimida y llena de virtudes como lo proclaman los socialistas. Tampoco son un atajo de buenos para nada y gorrones que quieren vendernos los neoliberales. La verdad es que las causas de la pobreza son diversas y por consiguiente no hay una cura universal. Quien la descubra no merecería el premio Nobel de economía, sino también el de la paz, e incluso el de literatura, física y algún otro para garantizar que se le recompense por semejante logro.

De mis experiencias personales y lo que he aprendido de otros, creo que hay tres tipos de personas: los trabajadores con suerte, los trabajadores sin suerte y los gorrones. Gorrones hay en todas partes. Trabajadores también. Algunos de estos trabajadores tienen suerte y logran vivir bien, e incluso algunos logran hacer fortunas. Otros trabajadores no corren con tanta suerte. Hay muchas cosas que escapan del control de la persona, y esto es un factor que los neoliberales parecen ignorar. Una persona no escoge la familia que lo cría, no escoge el país en que nace, no decide si la empresa o el oficio escogido garantiza el éxito o no. En medio de su ceguera ideológica los neoliberales confunden a los trabajadores sin suerte con los gorrones.

Los socialistas tampoco son mucho mejor en este particular. Con su miopía confunden a los gorrones con los trabajadores honestos. Ignorando la evidencia milenaria de que los vivianes existen en cualquier agrupación de personas, piensan que las tendencias criminales en el ser humano son producto de la sociedad y no son una consecuencia natural de nuestra naturaleza. Como lo diría un famoso experto en evolución: nosotros no descendemos de ángeles.
No obstante, aunque la experiencia y los hechos muestren lo contrario una y otra vez, los ingenuos socialistas no se detendrán en su búsqueda del hombre nuevo - aunque quizás el término apropiado sea hombre imaginario.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario