miércoles, 29 de abril de 2009

no me defiendas compadre

Las cosas que hay que ver. El siguiente extracto es tomado del editorial del diario Tal Cual:

"En este momento están sometidos a juicio 85 dirigentes sindicales y activistas, todos pertenecientes a organizaciones laborales del petróleo y de las empresas de Guayana, sobre todo de Sidor.

De hecho, hoy 29 de abril, dos días antes del 1º de Mayo, tres de esos dirigentes y once trabajadores más, de una contratista de Sidor, serán sentenciados en el juicio que se les abrió. ¿El “delito” que los llevó al paredón judicial? La violación del artículo 56 de la Ley Orgánica de Seguridad de la Nación, que castiga hasta con diez años de prisión a todo aquel que realice movilizaciones (en este caso, obreras) en las inmediaciones de sedes estatales o gubernamentales, de empresas básicas, de guarniciones militares y de servicios públicos”.


Una revolución socialista que persigue al movimiento obrero y criminaliza las huelgas tiene de socialista solamente el nombre. Y como para hacer más evidentes los rasgos totalitarios, el gobierno revolucionario remata su campaña liberadora "socialista" anunciando que se van a eliminar los contratos colectivos.

Con un adalid de los obreros de tal calaña como aliado, mejor quedarse solo.

Entre los argumentos del defensor de los pobres (parece que los obreros ahora son unos burgueses privilegiados) destaca aquel de que no le va a quitar dinero a programas como "Madres del Barrio" para saciar las ambiciones desmedidas de los sindicatos. Pareciera que se olvida del dinero que se gasta en generosos regalos a otros países, entre los que destacan casas a Bolivia, tractores a Nicaragua y petróleo a cuanta isla exista en el Mar Caribe.

Y es que cuando el estado es dueño de la empresa, a quien puede recurrir el trabajador para reclamar un trato injusto? A nadie, pues el árbitro es también parte interesada. El gobierno se paga y se da el vuelto.

Esa es la cara fea del socialismo sobre la que no hablan los ideologos y pensadores del socialismo del siglo XXI. Y es que cuando se trata con embaucadores y leguleyos de ese calibre, hay que tener mucho cuidado con la letra pequeña del contrato...

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