miércoles, 4 de marzo de 2009

Vox populi, vox dei?

Ojalá el problema de Venezuela se limitará a sacar a Chávez del poder. Pero no, el problema no es sólo Chávez. Es todo el sistema político. Es la sociedad. No se puede aspirar a tener líderes buenos cuando la sociedad de la que provienen está sumida en la estulticia y la frivolidad. Mientras la sociedad venezolana no se ponga las botas.

La culpa no es del ciego sino de quien le da el garrote. La pobreza y exclusión que fueron creciendo en los últimos 30 años han sido caldo de cultivo para este desastre en que estamos sumidos y para el que no veo pronta salida. Y mientras la miseria y la exclusión siguen igual que antes, tengo serias reservas de que las cosas mejoren. En cuanto a la capacidad de este gobierno para enderezar el rumbo en los cuatro años que le quedan y dejar atrás esos lastres de nuestra sociedad.

El ciudadano está cansado de la forma en que se maneja la política, pues más parece importar a los políticos salir en la TV que resolver los problemas del país. Es más importante la popularidad o el número de votos, o una cifra mágica (coeficiente de Gini, tasa de crecimiento macroeconómico, etc.) que la realidad de millones de venezolanos que siguen viviendo en la pobreza y sumidos en la violencia. Y de este pecado son culpables tanto el gobierno como la oposición.

Por ejemplo, parece que es más importante para el presidente hacer de vedette tele-evangelista y gastar una pequeña fortuna en cientos de horas de cadenas, discursos y programas de televisión, que trabajar para las personas que lo eligieron y que claman por seguridad, vivienda o una remuneración digna.

Porque como lo demuestran las protestas de trabajadores del Metro, de PDVSA y de las empresas de Guayana, las protestas contra la inseguridad, o las permanentes protestas frente al CONAVI, la promesa de luchar por el "Pueblo" no existe más allá de la retórica presidencial. Pura demagogia. Pura paja. Palabras vacías y promesas incumplidas.

Por otra parte, no puedo encontrar sino risible la mania ciega de convertir a Chávez, mediante la mágica transubstanciación del voto, en el "Pueblo". "Pueblo" no es más que una palabra que usa quien detenta el poder para imponer su voluntad. Esto no es distinto a cuando los reyes invocaban el derecho divino para hacer lo que les venía en gana. Y es que "Pueblo" son igualmente los que votan por Chávez como los que no lo hacen. "Pueblo" son igualmente el estudiante universitario, el obrero de la fábrica y la señora de alta sociedad.

Para tener una mejor idea de a donde pueden llevar estás ideas distorsionadas sobre "Pueblo", sólo falta echar un vistazo a la Alemania nazi para tener una idea de a donde llevan esas ideas de "Pueblo" que excluyen a los que no están de acuerdo. También podría aprovechar la oportunidad y aprender como el "Pueblo" alemán se equivocó. Porque ese es otro mito común: el "Pueblo" es infalible. El "Pueblo" no se equívoca. Supongo que esa supuesta infalibilidad del "Pueblo" debe ser un verdadero consuelo para los millones de alemanes disidentes enviados a campos de concentración, o los millones de alemanes sobrevivientes de la 2da Guerra Mundial que tuvieron que soportar años de miseria.

Y quizás no hace falta ir tan lejos para ver lo voluble que es la "voluntad popular": no fue acaso el "Pueblo" venezolano quien mediante el voto permitió durante más de 40 años permanecer a las "cúpulas podridas" de AD y Copei?

Es hora de olvidarse de esa idea abstracta de pueblo y empezar a reconocer en el venezolano que se encuentra en la acera del frente al conciudadano. A la persona que tiene tantos derechos y deberes como nosotros. A la persona de cuyo progreso depende no sólo su bienestar, sino el bienestar mío y del país. Es hora de que el voto deje de ser usado como coartada política y recupere su papel básico: herramienta que nos permite dirimir nuestros desacuerdos.

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