sábado, 7 de marzo de 2009

porque empresarios somos todos

Las recientes medidas de ocupación y expropiación de distintas empresas de alimentos son un mal negocio, no sólo para el sector empresarial, sino para todo el país. Desgraciadamente, esto no resulta evidente para todos y la forma en que los medios de comunicación lo han expuesto no hace llegar este mensaje, luciendo como defensores de los intereses de los empresarios más que del bienestar general.

Y es que los esfuerzos comunicacionales se han limitado a decir que esta medida es un atentado contra la empresa privada y que causará escasez en un futuro. Pero, acaso no se sufre de escasez desde hace tiempo? Quién haya tenido que comprar caraotas, papel toilette y aceite puede dar testimonio de la escasez de estos productos. Si se habla de la leche, el arroz o el ketchup, los productos regulados ha sido sustituidos por variantes no regulados. Arroces saborizados, ketchup condimentado y yoghurt son la única alternativa que tiene el comprador. Es difícil sentir solidaridad automática con el empresario que parece poco interesado en el consumidor.

Ante esta realidad, la amenaza de una futura e hipotética escasez es la menor de las preocupaciones del venezolano. Después de todo, que diferencia abría con la situación actual? Una ausencia total del producto? Está opción parece al consumidor como remota e incierta, pues nadie parece saber cuando se sucederá. Cuando empezará a sentirse esa escasez total? dentro de 3 meses? dentro de un año?

Mientras los medios se empeñan en anunciar un apocalipsis de fecha no determinada, el gobierno juega a ser Robin Hood, arrebatando a los malvados empresarios la comida que le negaban al pueblo. Para una persona que no conseguía arroz regulado, que puede tener de malo que tomen las instalaciones de Arroz Primor o Arroz Mary? Acaso a la persona le importa que el empresario pierda dinero? No. Menos aún le importa que el empresario sea una buena o mala persona. O que el gobierno tenga la razón. Lo que le importa es que el arroz regulado apareció.

Los empresarios no tienen que ir más allá de sus plantas de producción para darse cuenta que no gozan de la simpatía popular. Decenas o cientos de sindicatos chavistas dentro de las empresas privadas sueñan con el día en que les quiten las empresas a los dueños y se las den a ellos.

Poco importan los miles de empleados, la labor social o el compromiso con el pais. Poco importa que los empresarios pierdan dinero. Menos aún importa una hipotetica escasez a futuro. Lo que importa es que, al menos por ahora, se consigue el arroz que estaba desaparecido

Ante este agreste panorama, cuales son las opciones de los empresarios?

La vía judicial no luce como una alternativa prometedora, dado el control del poder ejecutivo y los antecedentes de decisiones judiciales del Tribunal Supremo que han permitido al gobierno apropiarse y utilizar instalaciones bajo la coartada de la "utilidad pública". Ese fue el caso con el canal privado RCTV, al cual le quitaron sus antenas de transmisión sin que hasta la fecha hayan recibido compensación por ello.

La convocatoria a un paro general queda descartada, dados los antecedentes de paro de 2002. Un paro daría una excusa al gobierno para expropiar las empresas, sin que eso se traduzca en un justo pago para los empresarios. Un paro tampoco sería bien visto por la ciudadanía, quienes hasta podrían ver las consiguientes expropiaciones como una necesidad.

A partir de aquí, las opciones lucen menos viables. No obstante, se hace necesario buscar rápido una respuesta apropiada a este ataque del gobierno, porque a medida que la situación económica del gobierno se haga más crítica, este tipo de medidas serán más frecuentes.

Parte de una estrategia apropiada ante las decisiones arbitrarias del gobierno debería comenzar con las empresas intervenidas explicando, con cifras en las manos, la verdadera situación financiera de la producción, así como los efectos nocivos de los precios congelados y el control cambiario.

Otro paso necesario es hacer entender al ciudadano que todos somos empresarios y estamos expuestos a este tipo de medidas. Para esto resulta sumamente conveniente la campaña de regulación que se ha anunciado contra las areperas. Después de todo, si hoy regulan las areperas, que impedirá que el día de mañana obliguen a la señora que vende arepas en la esquina o en su casa a venderlas al precio regulado?

Y si hoy es contra la señora que se resuelve vendiendo arepas, mañana podría ser contra el que tiene su puesto de teléfonos, contra el taxista o contra dios sabe quien. Porque después de todo, empresarios somos (o podemos ser) todos.

Es necesario, en medio de esta batalla por la defensa de la empresa privada, ganar el apoyo de los ciudadanos. Mientras esto no ocurra, será muy difícil contrarrestar la maquinaria judicial y propagandística de gobierno.

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