lunes, 23 de febrero de 2009

entre la locura neoliberal y la ilusión socialista

"I had put too much faith in the self-correcting power of free markets"[1] - Alan Greenspan.

"The nationalist not only does not disapprove of atrocities committed by his own side, but he has a remarkable capacity for not even hearing about them"[2] - George Orwell.

Tanto con el socialismo como con el liberalismo económico se corre el riesgo de sucumbir al dogmatismo. Y no hay nada más peligroso que eso.

El socialismo persigue una utopía, un sistema donde todos los hombres son iguales. Cuando en la práctica no funciona se busca siempre una excusa. La más común es la necesidad de un "hombre nuevo", otra utopía más . En la práctica económica el socialismo se ha traducido siempre en control estatal de los medios de producción. Control estatal que se traduce al final en un mercado atrofiado, por no hablar de las tentaciones totalitarias asociadas a un estado que todo lo tiene y todo lo puede.

El liberalismo económico, por su parte, persigue otra utopía: un mercado capaz de autoregularse, "como movido por la mano de Dios". Aunque la intervención estatal sobre la economía tiene un pasado cuestionable, sólo basta ver la actual crisis económica para darse cuenta de lo que puede pasar con un mercado donde el estado está ausente. Un mercado en crecimiento que parecía beneficiar a muchas personas, se ha convertido en un vórtice que amenaza con arrastrar a todo el mundo. Aunque la intervención del estado puede representar un auténtico riesgo si se emplea erróneamente, un estado débil que mira a otro lado mientras el mercado se consume en llamas es igual de peligroso.

Ni tan calvo ni con dos pelucas. Ni el mercado ni el estado son por si solos la solución para resolver la cuestión económica. Demonizar al estado o satanizar al mercado no son caminos que lleven a alguna parte. Es necesario dejar a un lado los dogmas y buscar un equilibrio entre mercado, estado y sociedad. Hay que flexibilizar posturas y estar abiertos a cualquier posibilidad.

Porque lo que quizás sea una buena idea el día de hoy no necesariamente sea lo correcto bajo las circunstancias del mañana. Las decisiones en economía deben ser basadas en una visión clara que se apoye en la ética, en la razón y en los hechos, no en los dogmas. Y una visión clara sólo es posible al alejarse de la sombra de la locura neoliberal y de las nieblas de la ilusión socialista.

[1] http://www.nytimes.com/2008/10/24/business/economy/24panel.html?hp
[2] http://en.wikiquote.org/wiki/George_Orwell

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