Escoger a un Presidente debería ser un asunto tan serio como escoger a la persona con la que uno va a casarse. Cuando se toma una decisión de ese tipo se deben considerar todos los elementos. Se debe ponderar lo bueno junto con lo malo.
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Para muchos seguidores del chavismo, votar por Maduro es cumplir con la última voluntad de Chávez. Significa respaldar las misiones, como Barrio Adentro, Milagro, Robinson, Sucre, Mercal, así como obras de envergadura como el puente sobre el río Orinoco y el ferrocarril a Valles del Tuy. Votar por Maduro también es respaldar la Gran Misión Vivienda y los demás programas sociales que - según sus palabras - dan una vida digna al pueblo venezolano.
Con gusto votaría por un gobierno que promueva programas para aliviar la pobreza. Podría votar por un gobierno que impulse la masificación de la educación. Podría votar por un gobierno que construya ferrocarriles, líneas de Metro y puentes. Podría votar por la cara bonita de la revolución bolivariana.
Pero no. No lo haré. Porque para tomar una decisión tan importante como elegir a un Presidente hay que ver las dos caras de la moneda. Ver lo bueno y lo malos.
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Votar por Maduro significa apoyar la gestión de las personas responsables de la escasez, la inflación, los apagones y la inseguridad. Problemas que nos toca sufrir a todos. Problemas no son producto de mi imaginación ociosa, ni mucho menos son causados por una iguana o algún otro enemigo imaginario.
Votar por Maduro es dar un espaldarazo a la Lista Tascón y al Programa Maisanta, mecanismos de discriminación infames que siguen vigentes en Venezuela. Es insólito tener que explicar que TODO tipo de discriminación es mala, sin importar si se trata de discriminación basada en color de piel, clase social, opiniones políticas o creencias religiosas.
Votar por Maduro es darle el visto bueno a gente como Mario Silva, que cuenta con el apoyo del chavismo para insultar, difamar y sembrar el odio, además de aprovecharse del apoyo gubernamental para cometer crímenes como la divulagción de conversaciones privadas obtenidas ilegalmente en un canal del estado.
Votar por Maduro es darle luz verde a grupos armados como La Piedrita o el colectivo Alexis Vive. Es darle carta blanca a matones como Valentín Santana o los amigos de Juan Barreto. Es aceptar que en Venezuela la justicia no importa y que la verdadera ley la imponen los malandros.
Votar por Maduro es apoyar la corrupción y abuso de poder. Es apoyar una Fiscalía General y una Contraloría General que se hacen la vista gorda mientras los amigos del gobierno roban a manos llenas. Algunos ejemplos de está práctica: Plan Bolívar 2000 (Cruz Weffer), CAAEZ (Antonio Albarrán), ABAN Pearl (Directiva de PDVSA), Pudreval (Directiva de PDVSA).
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Qué las cosas estaban mal en la cuarta? Por supuesto! Pero ahora están igualmente mal o incluso peor. Pero nadie está exigiendo el retorno de los malvados CAP o a Caldera a Miraflores. Esos definitivamente "No Volverán" del más allá. Además, eso del conformismo se me da mal. Yo quiero que las cosas mejoren.
No puedo hacerme la vista gorda ante la corrupción y el abuso de poder de la Nomenklatura chavista. No puedo dejar en manos de gente incompetente y corrupta la alimentación, la salud o la seguridad de mi familia. No puedo dar mi voto a un gobierno que en lugar de resolver los problemas de desabastecimiento, inseguridad e inflación, vive en la permanente búsqueda de enemigos imaginarios y de excusas para su ocultar su incompetencia. No puedo votar por gente que promueve la discriminación de un grupo de ciudadanos.Y no puedo dejar que los malandros sean los que manden.
Como ciudadano, yo quiero soluciones a mis problemas. Quiero paz. Quiero justicia. Luego de 14 años de gobierno chavista, es claro que ellos no me pueden ofrecer nada de eso. Y la única opción que tengo para salir de este gobierno es Capriles.
Entiendo que mucha gente sienta desconfianza por Capriles. Tampoco es santo de mi devoción. Pero como dice la expresión, no se debe permitir que lo perfecto sea enemigo de lo bueno. Qué Capriles no enamora? Poco importa. Yo no quiero un animador de TV. Quiero un Presidente. Y Capriles tiene 14 años de gestión pública. Además, su equipo de trabajo está integrado por gente competente y preparada, proveniente de todo el espectro político. Por eso votaré por él.
Y si Capriles llega al poder, seré igual de crítico con su gobierno como lo fui con el gobierno de Caldera y lo he sido durante los últimos 14 años. Y es que el poder corrompe. Como dijo hace mucho tiempo un gringo muy sabiamente: El precio de la libertad es la eterna vigilancia.