martes, 5 de julio de 2011

5 de Julio

Hoy, 5 de julio de 2011, celebra Venezuela el Bicentenario de la firma del Acta de Independencia. Pero, qué significado tiene esto en nuestras circunstancias actuales? Hay algo acaso que celebrar?

El país, tal como sucedió hace 200 años se encuentra dividido. En aquel momento el país se dividía entre unos que aspiraban a la independencia y otros que deseaban permanecer fieles a la corona. Hoy en día la figura divisiva no es una monarquía ultramar, sino un caudillo local que pretende imponer su voluntad a millones de venezolanos a los que él califica de apátridas y de miserables.

Pero incluso más allá del conflicto político común dentro de toda nación, la república se encuentra en pésima forma a sus 200 años. El sistema eléctrico sobrevive de forma precaria, mientras que los sistemas penitenciario, médico y educativo se encuentran sumergidos en severas crisis, por mencionar algunos de los que ocupan los titulares hoy en día. Igual podría mencionarse la crisis económica (estanflación en medio de un boom petrolero), de la inseguridad, del desempleo o de la pobreza, realidades pobremente ocultadas por las estadísticas y la propaganda oficialistas.

Qué celebramos entonces? Celebramos los apagones? Celebramos la muerte de más de diez mil ciudadanos que mueren al año a manos del hampa? Celebramos los cuatrocientos muertos por año en las cárceles? Sin lugar a dudas, las obras del autoproclamado sucesor de Bolívar son una verguenza si se le compara con gobiernos previos, ya no hablemos de la obra de El Libertador.

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Sin lugar a dudas, se debe celebrar el sacrificio de aquellos que nos precedieron y nos permitieron ser una nación libre e independiente, pero al mismo tiempo no debemos olvidar que eso no es más que parte del pasado. Hoy no son necesarios ejércitos libertadores, y haríamos un flaco servicio a nuestra nación si nos empeñamos en revivir el pasado mientras nos olvidamos de nuestro presente y futuro.

Es necesario que el gobierno deje la diátriba militarista. El gobierno debe dejar atrás su paranoia y abandonar su doctrina militarista y abrazar el espíritu cívico de este Bicentenario. Como diría Bolívar luego de la caída de la Segunda República dijo: "El sistema militar es el de la fuerza, pero la fuerza no es gobierno".

Creo que el gobierno debe comprender que el propósito de la república es servir a los ciudadanos y no imponer una revolución, o lanzar proclamas vacías que se lleva el viento. El poder del estado se debe ejercer para servir a TODOS y cada uno de los ciudadanos, no para oprimirles, perseguirles u ofenderles.

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