martes, 12 de enero de 2010

caída

Apenas ahora empiezan a vislumbrarse las secuelas de la devaluación. Si, puede llamarlo ajuste cambiario si a Ud. le place, pero eso no es más que politiquería. La cruda realidad con la que amanecemos es que el bolívar "fuerte" ha perdido valor. Vale menos. Se devaluó.

El gobierno ahora reconoce la existencia de tres tipos de dólar [1]: el de mercado negro, el petrolero y el subsidiado. El precio "real" del dólar se ubicaría entre el del mercado negro y el del petrolero (BsF. 4,30), pues el precio de BsF. 2,60 por dólar - destinado a la compra de alimentos y bienes prioritarios - no es otra cosa que un subsidio del gobierno a estos rubros.

Esta cifra - BsF. 2,60 - revela dos hechos importantes: Primero, los alimentos importados sufrirán un incremento de 20%, producto del aumento del dólar subsidiado de BsF. 2,15 a BsF. 2,60. Este incremento naturalmente no será absorbido por los comerciantes, sino que será trasladado al consumidor final. Esto significa que en el transcurso de las próximas semanas Ud. podrá comprar 20% alimentos de los que compraba hoy.

Segundo, la producción nacional de alimentos no se verá incentivada en mayor medida por un incremento de precios de un 20%. Por qué? Porque otros costos asociados a la producción de alimentos como el transporte, personal, etc. no serán subsidiados por el gobierno. Además de esto, cualquier posible ganancia se evaporará ya que persisten el control de precios, la inflación y el control cambiario. Si a esto sumamos que cualquier iniciativa privada siempre es una víctima potencial de futuras expropiaciones, cualquier esperanza de producción nacional nace herida de muerte.

Lo peor de todo es que la situación económica no mejorará con esta devaluación, pues el gobierno no tomará medidas económicas esenciales para desacelerar la inflación como lo sería por ejemplo la reducción del gasto fiscal. Por el contrario, siendo este un año electoral y con el doble de efectivo (en BsF.) en el bolsillo, el gobierno arreciará su clientelismo y propagandismo, esto es, echar dinero a la calle para hacer creer que seguimos en los años de bonanza petrolera.

Ya desde hace varios años, diversos economistas advierten sobre el efecto que produce la expansión del gasto fiscal, pero eso no detendrá al gobierno: el gasto fiscal seguirá desatado y la inflación seguirá su curso.

Será apenás en los próximos meses cuando se los efectos de esta medida se harán sentir. No obstante, iniciar los primeros días del año con una inflación de 20% no es un inicio promisorio.

[1] http://www.elpais.com/articulo/opinion/Brutal/insuficiente/elpepiopi/20100112elpepiopi_2/Tes/

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