lunes, 4 de abril de 2011

El país en que vivimos

Acabo de leer un artículo publicado en The Guardian sobre la inseguridad en El Consejo, Edo. Aragua [1]:

"A quien más pueden acudir después de todo? De acuerdo a la policía, muchas de las madres de los malandros trafican drogas. La cabeza de la asociación de vecinos es la presunta jefa de una red de traficantes, con un negocio paralelo de alquiler de revólveres. El estado está ausente en buena parte excepto por la policía, cuya reputación de brutalidad y corrupción compite con aquella de los criminales. ' Hemos aprendido que los policías son peores que los malandros', dice un honesto Vollmer*. 'Ellos protegen y se benefician de lo que hacen las bandas criminales'.
Al preguntarle sobre los policías, un grupo de jóvenes de El Cementerio dejan de jugar con un balón de fútbol desinflado y se ofrecen a contar anécdotas. Los policías venden 50 balas por Bs.400 ($48), dice Carlos Noguera, un chico robusto sin camisa de 15 años. Él sabe sobre balas: más de 30 desfiguraron a su hermano, una víctima de la guerra de la cotufa. Si la policía te atrapa con armas o drogas, te dejan ir por Bs.100, dice Juan Carlos Nuñez, también de 15 años. Si no tienes nada, te siembran cosas para obligarte a pagar, dice su hermano mayor, Richard. La policía mató
accidentalmente a la abuela de Nuñez mientras perseguían a un sospechoso a través de su casa.
[...]
En contra de las probabilidades, Richard ha permanecido en la escuela y está por graduarse. El quiere convertirse en mecánico. Un hogar deteriorado en una colina polvorienta de Venezuela, en donde un joven debe escoger entre dos caminos. Uno, lleno de riesgos, mucho dinero y el prestigio asociado a "defender" a la comunidad. El otro, lleno de largas horas de trabajo, salario mínimo y un chance menor pero nada despreciable de ser asesinado porque algún niño arrojó un pedazo de cotufa a alguien. Cuál escoger?"


Luego de leer ese artículo, también leí un artículo publicado en las páginas de sucesos de El Universal [2]

"Resultaron heridas siete personas, entre ellas el inspector jefe del Sebin, Orangel Suárez Alcalá; el polisucre Alejandro Galeano Martínez; el inspector de la PM Rafael Serrano; el menor hijo del comerciante, y tres transeúntes: Angélica Albarrán, Julio César Aldiez y la ex juez 4° de Violencia de Caracas, Fanny Del Valle Sánchez.
[...]
De acuerdo a la versión ofrecida por fuentes policiales, los efectivos del Sebin comenzaron a pelear porque el vendedor de perros calientes le colocó mostaza a uno de los productos."


Estos son elementos de la realidad a la que deben atender los políticos. Después de todo, el país no se muere bajo el ataque de marines norteamericanos, sino por armas de fuego empuñadas por jóvenes venezolanos abandonados por el mismo estado y el mismo presidente que proclama ser su representante.

Es hora de dejar de luchar contra los fantasmas de conspiraciones internacionales imaginarias y de soñar con fórmulas socialistas mágicas que no solucionan nada. Es hora de abrazar la sensatez como política y empezar la lucha contra los problemas difíciles que enfrentamos - inseguridad, pobreza y violencia - antes que el país termine por sumergirse en el mar de desesperanza en el que navegamos.

* Vollmer es el dueño de Hacienda Sta. Teresa.
[1] http://www.guardian.co.uk/world/2011/mar/10/venezuela-caracas-gang-warfare-murder
[2]http://eud.com/2011/04/04/por-un-perro-caliente-se-enfrentaron-cinco-policias.shtml

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